El Giglio (lirio) no se levantará este verano.
La famosa fiesta de la parroquia Nuestra Señora del Monte Carmelo ha sido cancelada. Esta tradición italiano-estadounidense que se celebra cada verano se remonta a 1903 y es una procesión de cientos de feligreses, físicamente aptos, cargando sobre sus hombros la torre del “Giglio”, de 72 pies de altura y 4 toneladas, mientras bailan por la calle con música folclórica.
La gloriosa festividad que dura 12 días estaba programada para mediados de julio, pero fue cancelada debido a la pandemia, según Mons. Jamie Gigantiello, párroco de la Iglesia Santuario Nuestra Señora del Monte Carmelo.
“Lo más importante es la salud y el bienestar de las personas”, declaró.
La medida de “PAUSA” del gobernador Andrew Cuomo del Estado de Nueva York que prohíbe grandes reuniones de personas está vigente hasta al menos el 15 de mayo.
En sus 117 años de historia, esta fiesta nunca había sido cancelada, aunque la procesión de la torre del Giglio tuvo que suspenderse en 1945 debido a la escasez de voluntarios para cargar la estatua, según Mons. Gigantiello, quien dijo que en aquella época muchos jóvenes seguían sirviendo en el extranjero durante la Segunda Guerra Mundial.
En una carta abierta publicada en el sitio web de la celebración, Mons. Gigantiello escribió que la decisión de cancelar el evento era inevitable.
“Han pasado 75 del fin de la Segunda Guerra Mundial, único momento en que se canceló el levantamiento del Giglio. Hoy vivimos tiempos sin precedentes e inciertos como en aquel entonces”, escribió.
La celebración rinde homenaje a San Paulino, santo patrón de Nola, en Italia. La pieza central del evento es la procesión de la estatua gigante del santo, está adornada con lirios, que significa “giglio” en italiano. La fiesta se originó con inmigrantes italianos que llegaron a América, se establecieron en Williamsburg y nunca dejaron de celebrar su herencia.
Irónicamente, la decisión de suspender la fiesta ha tenido que tomarse un año después de la celebración más exitosa de San Paulino.
Luego de ver que el número de voluntarios dispuestos a cargar el Giglio había disminuido notablemente en los últimos años, el comité organizador hizo un llamado de ayuda en 2019. Como resultado, decenas de personas se presentaron y se ofrecieron para continuar la tradición.
La búsqueda de voluntarios, que atrajo la atención generalizada de los medios, hizo que se disparara el interés en la fiesta.
Voluntarios que siempre han participado, como John Durante, estaban transmitiendo a sus hijos la tradición de llevar la estatua de Giglio, tal como lo habían hecho sus padres.
“Mi padre siempre ha participado, el padre de mi padre también lo hizo. Durante más de 111 años, la familia Durante ha estado viniendo y levantando este Giglio”, declaró a The Tablet el año pasado. John Durante dijo que su hijo de 8 años, Joseph, ya conoce la tradición.
Año tras año, los residentes de Williamsburg esperan esta fiesta, al igual que los cientos de miles de visitantes que viajan del norte de Brooklyn para disfrutar de las vistas, los sonidos y la deliciosa comida.
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La fiesta también sirve para recaudar fondos para la Iglesia de Nuestra Señora del Monte Carmelo. La suspensión del evento “representa un problema considerable para nosotros”, Mons. Gigantiello admitió que la Iglesia Santuario de Nuestra Señora del Monte Carmelo lucha por recaudar efectivo.
“Nuestras colectas son muy, muy bajas”, expresó Mons. Gigantiello. “Nosotros contamos con las ganancias de la fiesta”.
Mons. Gigantiello, quien ha sido el párroco de la iglesia durante tres años y es vicario para el desarrollo de la Diócesis de Brooklyn, dijo que comenzaron a implementar esfuerzos alternativos para recaudar fondos, como el “Century Club”, donde los donantes pueden comprar una placa con su nombre. La iglesia también está haciendo un sorteo. “Esperamos que todos puedan hacer su pequeño aporte”, añadió monseñor.
El comité organizador de la fiesta también está explorando otras opciones, como la de celebrar el evento en el otoño. Pero incluso así, sería una celebración reducida.
“Nunca podremos duplicar los 12 días que dura el evento”, señaló Mons. Gigantiello. “Si las cosas cambiaran, tal vez podamos celebrarlo durante un fin de semana”.