Nuestra diócesis

Católicos chinos dan la bienvenida al cardenal Zen

El cardenal chino Joseph Zen visitó la Diócesis de Brooklyn el fin de semana del 15 y 16 de febrero, para reunirse con los católicos chinos de Brooklyn y Queens. Su visita, que también coincidió con la persistente epidemia del coronavirus en China, fue parte de una gira mundial más extensa para abogar por la libertad religiosa en el gigante asiático.

“Me gusta visitar cualquier lugar donde haya católicos chinos porque somos miembros de una familia especial”, dijo el cardenal Joseph Zen en la Iglesia de San Miguel en Flushing, donde celebró misa el pasado 16 de febrero. Cientos de fieles, en su mayoría chinos, estuvieron presentes. La misa se celebró en mandarín y fue concelebrada por el obispo Nicholas DiMarzio, el padre John E. Vesey, párroco de San Miguel, así como los vicarios parroquiales, el padre Lianjiang (Peter) Bai y el padre Jaime Hernández.

El cardenal Zen, de 88 años, fue obispo de Hong Kong entre 2002 y 2009, y es un líder para muchos católicos chinos en todo el mundo. Su visita a Queens marcó la primera vez que un cardenal chino celebra misa en la diócesis de Brooklyn.

“Creo que aquellos que están lejos de su patria sienten la necesidad de recordar a sus hermanos y hermanas, sobre todo ahora que la situación de la iglesia en China es realmente desdichada; está bajo una dura persecución”, dijo. “En este maravilloso país podemos gozar de esta libertad, podemos orar juntos, así que esta es una oportunidad para consolarnos mutuamente”.

Carta pastoral de Mons. DiMarzio

Al final de la misa, el obispo DiMarzio habló a los fieles sobre la epidemia del coronavirus y cómo la padece la comunidad china de la diócesis. También anunció que había escrito una carta pastoral en solidaridad con su situación. El padre Bai leyó la carta pastoral en mandarín.

En la carta, que se dio a conocer oficialmente el Miércoles de Ceniza (el pasado 26 de febrero), Mons. DiMarzio escribió que durante tiempos de epidemias: “hemos visto personas que buscan culpar a otros”.

En contraste con esa actitud, Mons. DiMarzio cuenta la historia de un hombre que solía llevarle un regalo a su abuela todos los años. Cuando le preguntó por qué lo hacía, su abuela le dijo que durante la gripe española en 1919, ese hombre, que era un niño en aquel entonces, perdió a sus padres a causa de la epidemia, y ella era la única persona en su edificio dispuesta a preparar sus cuerpos para darles sepultura.

El miedo ahora en la comunidad china es palpable. “Nunca los había visto tan afectados por algo como con el coronavirus”, dijo el padre Vesey. “El domingo pasado caminé por la calle por la noche, solo para ver qué estaba pasando en nuestros negocios, y diría que el 95 por ciento de nuestros restaurantes estaban vacíos y este es el centro de la cocina china. La gente se queda en casa. [Ellos] se han puesto en cuarentena por miedo”.

La lucha por la libertad religiosa

Como parte de su gira de “libertad religiosa”, el cardenal Zen recibió el premio “Defensor de la Democracia China Wei Jingsheng 2019” el 13 de febrero. Fue otorgado por la Fundación Wei Jingsheng con sede en Washington y fue entregado al cardenal Zen por la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi.

Cerca de 400 fieles, en su mayoría chinos, asistieron a la misa en mandarín celebrada por el cardenal Zen. Después de la misa, el cardenal Zen y Mons. DiMarzio compartieron un rato divertido.

El viaje del cardenal se lleva a cabo en un momento complejo para Hong Kong y los católicos chinos. Después de siete meses de protestas en favor de la democracia en Hong Kong, en las que participó el cardenal, la situación en la ciudad semiautónoma sigue siendo tensa.

“Durante muchos años, incluso siendo colonia, disfrutamos de la libertad”, dijo el cardenal Zen a The Tablet. “Prometieron que iba a haber ‘un país, dos sistemas’, prometieron que tendríamos un alto grado de autonomía. Pero luego retroceden en sus promesas, por lo que ahora estamos en peligro de convertirnos en una ciudad más en China”. “Nos presionan para que renunciemos a nuestra autonomía”, agregó.

“Quieren arrebatarnos nuestra libertad de expresión y eso es terrible, por lo que realmente estamos luchando. En verdad, esperamos que nuestros líderes recuerden todas las promesas. Lo que está sucediendo es simplemente tonto. Esperamos que Dios los despierte”.

En su homilía, el cardenal Zen recordó a los participantes que los chinos en los Estados Unidos deberían agradecer a Dios su libertad religiosa. “Pueden ir a la iglesia todos los días y rezar”, dijo en mandarín, “pero los que están en el continente asiático no pueden hacerlo, sobre todo recientemente, cuando no se celebra misa debido a la epidemia de coronavirus”.

“Necesitamos orar por los afectados”, dijo el cardenal Zen. “Hagan algo para ayudarlos: así es como nos amamos”. Mientras tanto, la persecución de los cristianos en China continúa. Si bien el gobierno ha sido algo tolerante con la Asociación Católica Patriótica China, establecida en 1957 por las autoridades comunistas que no reconocieron la autoridad Papal, los miembros de la iglesia clandestina, fieles a Roma, han sido blanco de un implacable hostigamiento, encarcelamiento, internamiento en campos de trabajos forzados y castigos peores. Ambas comunidades han sufrido juntas y colaboran entre sí.

“La cuestión no es que las dos comunidades se unan más”, dijo el cardenal Zen a The Tablet. “No hay problemas [entre ellos]. El problema es el gobierno. ¿Cómo podemos estar unidos? ¿Unidos en nuestra fe? Bueno. Pero quieren que se unan en esa iglesia cismática. Solo una iglesia independiente, no más Iglesia Católica, ese es el problema. No se puede forzar la unidad desde fuera de la iglesia”.

Un acuerdo en septiembre de 2018 entre el Vaticano y el gobierno chino, cuyo contenido nunca ha sido revelado, tenía como objetivo unir a los fieles y reconstruir la comunión de todos los católicos chinos con Roma. Según se informa, el Vaticano acordó reconocer a siete obispos de la Asociación Patriótica que habían sido excomulgados, mientras que las autoridades comunistas acordaron reconocer la autoridad del Papa para aceptar o rechazar futuros candidatos para la ordenación episcopal.

Pero la represión de los católicos y otras comunidades religiosas ha empeorado desde que se firmó el acuerdo. El cardenal Zen siempre ha subrayado su fidelidad personal al Papa y la cercanía del Papa hacia él. Pero ha criticado los esfuerzos diplomáticos actuales para mejorar las relaciones entre la Santa Sede y el gobierno chino. “Un régimen totalitario no compromete”, dijo. “Quieren una rendición completa”.

Cuando se le preguntó sobre el futuro de la iglesia en China, el cardenal Zen dijo: “Nunca nos desesperamos porque creemos en Dios, creemos en la intercesión de nuestra Madre, para soportar cualquier tipo de situación difícil siempre y cuando oremos, estamos unidos entre nosotros. Y confiamos en que vendrán tiempos mejores”.