“¡Vete al demonio!”. Con esta frase despedimos a alguien. Pero, ¿qué queremos decir? ¿Que estamos enfadados o que se vaya con el demonio? Pero, ¿quién es el demonio? Una rápida visión en la Biblia nos puede dar alguna luz.
La gente entiende por demonios a unos seres espirituales, que se cree, están entre los humanos y Dios. Con frecuencia también se les llama espíritus malignos.
Antiguamente, se pensaba que los demonios causaban problemas mentales, enfermedades físicas, desastres naturales, etc. Por el contrario, “ángel” se usa para señalar a los espíritus buenos.
Hojeando la Biblia, comprobamos que el demonio tiene distintos nombres y se le muestra con diversos oficios.
Satanás: Es una acomodaticia traducción de la palabra hebrea para “adversario” o “acusador”. El profeta Zacarías lo describe como un fiscal en la corte de Dios; él se opone o acusa a los humanos de sus pecados.
El gran sacerdote estaba frente al ángel del Señor, y tenía a su derecha al satán, que lo estaba acusando. Zac 3,1.
Diablo: Los tres evangelios sinópticos, que relatan las tentaciones de Jesús en el desierto, nombran al diablo como el “Tentador”, “Calumniador”.
El Espíritu condujo a Jesús al desierto para que fuera tentado por el diablo, y después de estar sin comer cuarenta días y cuarenta noches, al final sintió hambre. Entonces se le acercó el tentador. Mt 4,3.
Baalzebub: Con este título los antiguos judíos designaban al líder de las fuerzas del mal. Literalmente significa “Señor de las moscas”, “Señor del Estiércol”. El rey Ocozías y el ángel así lo mencionan.
Ocozías se cayó desde la ventana y ordenó: “Vayan a consultar a Baalzebub”. Pero el ángel de Yavé dijo: ¿Así que ya no hay más Dios en Israel que van a consultar a Baalzebub? Debido a que enviaste mensajeros para consultar a Baalzebub, no te levantarás más de la cama. 2Rey 1,16.
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En los evangelios, unos maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén también mencionan este nombre.
Está poseído por Baalzebub, jefe de los demonios, y con su ayuda expulsa a los espíritus impuros. Mc 3,22.
Además de los calificativos ya mencionados, también se le describe al demonio con otros títulos y misiones propias.
El profeta Isaías irónicamente le llama “Lucifer” o “Estrella de la Mañana”. Is 14,12.
Ya en el Nuevo Testamento, el Señor da a los apóstoles una recomendación clara en todo lo relacionado con los juramentos, para no caer en manos del diablo.
Limitaos a decir: “Sí, sí; no, no”. Pues lo que pasa de aquí proviene del Maligno. Mt 5,37.
Jesús anunció su glorificación después de la voz del ángel.
Ahora es el juicio de este mundo, ahora el “Príncipe de este mundo” va a ser echado fuera. Jn 12,31.
Para Pablo, dirigiéndose a los Corintios llama al demonio “Beliar, la “Maldad” y “Ángel de luz”.
¿Podría haber armonía entre Cristo y Beliar (Satanás)?… Y no hay que maravillarse, pues si Satanás se disfraza de ángel de luz. 2Cor 6,15; 11,14.
Pedro es claro en señalar el diablo:
Sean sobrios y estén vigilantes, porque su “Adversario”, ronda como león rugiente buscando a quién devorar. 1Ped 5,8.
El autor del Apocalipsis le da varios títulos al demonio. Se le llama “Abadon”, el “Destructor” o “Ángel del abismo”, “Rey de las langostas que parecían caballos aparejados para la guerra”, 9,11. Es “Acusador”, “el que los inculpaba día y noche ante nuestro Dios”, 12,10.
La Biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis presenta personajes conectados con el demonio, la tentación y la maldad, como son la famosa y engañadora “Serpiente”, Gen 3 y el “Dragón”, Ap 12,1-18. ¿Qué título le daría usted al diablo?