Nuestra comunidad religiosa

El padre Pablo Sans: “el abuelo de todos”

SEGURAMENTE si en su familia hay una persona que cumple o está cerca de cumplir 90 años, estarán preparándole una gran celebración. Eso fue lo que hicieron los feligreses, sacerdotes y el equipo pastoral de la parroquia Nuestra Señora del Cenáculo  para celebrar los 90 años de vida del padre Pablo Sans.

Fotos: Darío López Capera.
Fotos: Darío López Capera.

El pasado 11 de junio se ofreció una misa en español y se brindó un almuerzo para celebrar el cumpleaños del padre Sans, quien nació el 6 de junio de 1927 en Sencelles, un municipio en Mallorca, España.

Es el cuarto de cinco hermanos. A los 11 años entró al Seminario Menor, a los 16 años fue a Cataluña para el noviciado. Se ordenó sacerdote el 15 de marzo de 1953 y ese mismo año viajó a Honduras.

En abril de 1953 llegó al Seminario Interdiocesano de San José en Tegucigalpa. Allí estuvo hasta 1961 cuando fue enviado a la Catedral de San Pedro Sula. “En 1963 regresé a España después de diez años de no estar en mi país”, cuenta el padre Pablo Sans.

En 1963 fue asignado a Monserrat Mission Chapel en Brooklyn, un año después llegó a la parroquia de San Pedro también en Brooklyn. En 1965 regresó a España donde estuvo dos años, en 1967 regresó a Estados Unidos, esta vez a Filadelfia, a la parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.

En 1968 volvió a la parroquia San Pedro. Allí bautizó a un niño que años después se haría sacerdote como él. “Yo bauticé a monseñor Anthony Hernández, actual canciller de la Diócesis. Fue en la parroquia de San Pedro en Brooklyn en 1968”. Cuatro años después llegó a la parroquia San Gabriel en Brooklyn y el 7 de julio de 1977 fue incardinado en la Diócesis de Brooklyn. “Fue algo que llenó de mucha alegría mi sacerdocio, estaba muy contento”, explica el padre Sans.

El padre Pablo Sans sigue siendo una persona activa, celebra misas en la parroquia y tiene planeado dos viajes internacionales a Honduras y España.
El padre Pablo Sans sigue siendo una persona activa, celebra misas en la parroquia y tiene planeado dos viajes internacionales a Honduras y España.

Siendo ya sacerdote diocesano fue asignado en 1979 a la parroquia Santa Inés en Brooklyn. En 1981 lo trasladaron a la parroquia Nuestra Señora de los Dolores en Corona, Queens, y en 1992 fue enviado a la parroquia Santa Rita en Long Island City.

El 13 de octubre de 1993 llegó a la parroquia Nuestra Señora del Cenáculo en Richmond Hill en Queens. Allí ha estado por 24 años y hoy sigue tan activo como cuando era párroco o vicario parroquial en algunas de sus anteriores asignaciones.

“Tengo un gran recuerdo de todos los  lugares donde he ejercido mi sacerdocio, las personas siempre han sido muy queridas conmigo”, recuerda emocionado el padre Sans. El padre Sans estaba muy agradecido por la celebración de sus 90 años, allí pudo sentir nuevamente el amor y la admiración de la comunidad.

Al padre Sans le encanta la fotografía, que fue por años uno de sus pasatiempos favoritos, igual que tocar el piano y ver programas deportivos en la televisión. Es un gran fanático del Real Madrid, y celebró la victoria del equipo en la Champions League, consiguiendo la duodécima copa. “Admiro mucho a jugadores como Raúl, Cristiano Ronaldo, Zidane y Di Stéfano”.

“Sigo trabajando, activo, como si no me hubiera retirado”, dice mientras nos cuenta que viajaría a Honduras para visitar Tegucigalpa, San Pedro Sula y Siguatepeque hasta el final de julio. “Allí me quedo en la casa de una familia que yo casé y bauticé a sus hijos”.Padre Pablo Sans 1

Su país siempre está en su corazón. “Todos los años voy a España, en agosto iré y regresaré el 2 de octubre”. Sin embargo agrega, “me gusta mucho Nueva York, aunque ya no voy a Manhattan, prefiero la tranquilidad de este vecindario”.

“Él es un hombre extraordinario, un gran ejemplo. Ha hecho grandes amigos aquí en la parroquia y en la comunidad, él bautizó a muchos niños, luego casó a algunos de ellos. Ha estado junto a las familias en los momentos felices como en matrimonios o en los tristes como en los funerales. Las personas vienen a confesarse con él porque ha sido parte de la vida de muchas de ellos. Él es muy devoto a la Iglesia y a las personas de esta parroquia, todos lo queremos mucho, es el abuelo de todos en la parroquia”, dice el padre Michael J. Lynch, párroco de la parroquia Nuestra Señora del Cenáculo.