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ROMA—. El Papa Francisco abordó el viernes directamente a los perpetradores de abuso sexual clerical, diciéndoles que “se conviertan y se entreguen a la justicia humana y se preparen para la justicia divina”.
La Iglesia está “seriamente comprometida a eliminar el mal del abuso, que clama venganza al Señor, al Dios que siempre está atento al sufrimiento experimentado por muchos menores a causa de los clérigos y personas consagradas: abusos de poder, de conciencia y sexuales”.
El pontífice también agradeció a los medios de comunicación que han sacado a la luz estos abusos.
“Me gustaría agradecer de todo corazón a los profesionales de los medios de comunicación que fueron honestos y objetivos y trataron de desenmascarar a estos depredadores y hacer oír las voces de sus víctimas”, dijo el Papa Francisco.
“Incluso si se tratara de un solo caso de abuso (algo monstruoso en sí mismo), la Iglesia pide que esa personas no guarde silencio, sino que lo denuncie objetivamente, ya que el mayor escándalo en este asunto es el de encubrir la verdad”, continuó.
El Papa realizó estos comentarios en su discurso anual a la Curia Romana, conformada por la burocracia administrativa central del Vaticano.
El discurso cierra un año turbio para la Iglesia Católica, empañado por una serie de escándalos de abuso sexual, incluido el del ex cardenal Theodore McCarrick, obligado a dimitir del Colegio de Cardenales, luego de que una junta de revisión de la iglesia considerara creíbles las acusaciones de abuso en su contra; así como, el informe condenatorio del gran jurado de Pensilvania, que identificó a más de 300 sacerdotes depredadores y más de 1,000 niños víctimas; e incluso acusaciones de encubrimiento dirigidas contra el mismo Papa Francisco por su ex nuncio apostólico en los Estados Unidos.
Sus palabras también se anticipan a la cumbre del 21 al 24 de febrero convocada por el Papa Francisco para que todos los presidentes de las conferencias de obispos de todo el mundo discutan la crisis de abuso clerical.
“Todos recordamos que fue solo a través del encuentro con el profeta Natán como David entendió la gravedad de su pecados”, dijo refiriéndose a las figuras del Antiguo Testamento del rey David y el profeta Natán, quien denunció los pecados del rey.
“Hoy necesitamos nuevos Natán que ayuden a muchos David a despertarse de su vida hipócrita y perversa”, continúo el Papa.
“Por favor, ayudemos a la santa Madre Iglesia en su difícil tarea, que es reconocer los casos verdaderos, distinguiéndolos de los falsos, las acusaciones de las calumnias, los rencores de las insinuaciones, los rumores de las difamaciones. Una tarea muy difícil porque los verdaderos culpables saben esconderse tan bien que muchas esposas, madres y hermanas no pueden descubrirlos entre las personas más cercanas: esposos, padrinos, abuelos, tíos, hermanos, vecinos, maestros”, dijo el papa.
“Incluso las víctimas, bien elegidas por sus depredadores, a menudo prefieren el silencio e incluso, vencidas por el miedo, se ven sometidas a la vergüenza y al terror de ser abandonadas”, añadió.
A pesar de la mancha causada por los escándalos de abuso en la reputación de la Iglesia y su autoridad moral, el Papa Francisco expresó optimismo en las perspectivas de recuperación.
“La fortaleza de cualquier institución no reside en la perfección de los hombres que la forman (esto es imposible)”, dijo, “sino en su voluntad de purificarse continuamente; en su habilidad para reconocer humildemente los errores y corregirlos; en su capacidad para levantarse de las caídas”.
“Todos los pecados, fallas y el mal cometidos por algunos hijos de la Iglesia nunca podrán estropear la belleza de su rostro”, dijo.
El pontífice también insinuó que algunos críticos de la Iglesia se están aprovechando de los escándalos para infligir un daño adicional.
“Otros, por temor, interés personal u otros objetivos, han tratado de atacar [a la Iglesia] y agravar sus heridas”, dijo. “Mientras otros no ocultan su alegría al verla ser golpeada”.
En otro frente, el Papa Francisco también lamentó esos miembros del clero y la vida consagrada que, según él, “traicionan su vocación”, cediendo ante la corrupción y la animosidad. Aunque no especificó a qué formas de corrupción se refería, parecía apuntar a aquellos que siembran división en la Iglesia.
“Se esconden detrás de las buenas intenciones para apuñalar a sus hermanos en la espalda y sembrar malezas, división y desconcierto”, dijo el Papa. “Siempre encuentran excusas, incluyendo excusas intelectuales y espirituales, para progresar sin ser perturbadas en el camino a la perdición”.
El mensaje del Papa sugiere claramente que algunos de estos clérigos corruptos y disruptivos se encuentran entre los obispos.
“Y esto no es nada nuevo en la historia de la Iglesia. San Agustín, hablando del trigo bueno y de la cizaña, afirma: «¿Pensáis, hermanos, que la cizaña no sube a las cátedras episcopales? ¿Pensáis que está abajo y no arriba? Ojalá no seamos cizaña. […] En las cátedras episcopales hay trigo y hay cizaña; y en las comunidades de fieles hay trigo y hay cizaña»”
“David el pecador y Judas Iscariote siempre estarán presentes en la Iglesia, ya que representan la debilidad que forma parte de nuestro ser humano”, continuó el Papa Francisco, refiriéndose al discípulo que traicionó a Cristo.
“Ellos son iconos de los pecados y de los crímenes cometidos por personas elegidas y consagradas”, dijo. “Para hacer brillar la luz de Cristo, todos nosotros tenemos el deber de combatir la corrupción espiritual, que «es peor que la caída de un pecador, porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito»”
Además de los fracasos, el Papa también citó lo que describió como varios éxitos durante el año pasado.
“Por ejemplo: el resultado exitoso del Sínodo dedicado a los jóvenes; los avances realizados en la reforma de la Curia; los esfuerzos realizados para lograr claridad y transparencia en los asuntos financieros; la encomiable labor de la Oficina del Auditor General y la Autoridad de Información Financiera; los buenos resultados obtenidos por el Instituto para las Obras de Religión [el llamado “banco Vaticano”]; la nueva Ley del Estado de la Ciudad del Vaticano; el Decreto sobre el trabajo en el Vaticano, y muchos otros resultados menos visibles”, enumeró.
“Recordamos, entre las alegrías, los nuevos beatos y santos que son las “piedras preciosas” que adornan el rostro de la Iglesia e irradian esperanza, fe y luz al mundo”, dijo el Papa.
Como hace a menudo, el Papa Francisco incluyó una petición especial para recordar los sufrimientos de los inmigrantes; los pobres que experimentan escasez de alimentos, agua y medicinas; las víctimas de la guerra; víctimas de otras formas de violencia, especialmente los más vulnerables y las mujeres; y las víctimas de abusos contra los derechos humanos, incluidas “personas que aún hoy son torturadas sistemáticamente bajo custodia policial, en prisiones y en campos de refugiados en diversas partes del mundo”.
El pontífice agregó una referencia especial a las víctimas de la persecución anticristiana contemporánea.
“Vivimos también, en realidad, una nueva era de mártires ”, dijo. “Parece que la persecución cruel y atroz del imperio romano no tiene fin”.
“Continuamente nacen nuevos Nerones para oprimir a los creyentes, solo por su fe en Cristo”, añadió. “Nuevos grupos extremistas se multiplican, tomando como punto de mira a iglesias, lugares de culto, ministros y simples fieles. Viejos y nuevos círculos y conciliábulos viven alimentándose del odio y la hostilidad hacia Cristo, la Iglesia y los creyentes”.
“Cuántos cristianos, en tantas partes del mundo, viven todavía hoy bajo el peso de la persecución, la marginación, la discriminación y la injusticia”, continuó el Papa. “Sin embargo, siguen abrazando valientemente la muerte para no negar a Cristo”.
Con el discurso a la Curia comenzó una temporada navideña muy atareada para el Papa Francisco. El lunes celebrará la tradicional “Misa de Gallo” con motivo de la fiesta navideña, y el martes entregará su bendición Urbi et Orbi anual, que generalmente presenta una revisión de 360 grados de la situación global.
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John L. Allen Jr. es el director de Crux, especializado en la cobertura del Vaticano y la Iglesia Católica.
Ha escrito nueve libros sobre el Vaticano y asuntos católicos, y es también es un popular comentarista sobre el catolicismo tanto en los Estados Unidos como a nivel internacional.
The London Tablet lo ha llamado “el escritor más autorizado sobre asuntos del Vaticano en el idioma inglés”, y el famoso biógrafo papal George Weigel “el mejor reportero angloparlante del Vaticano”. Cuando se le pidió a John que le hiciera la primera pregunta al Papa Benedicto XVI a bordo del avión papal de camino a los Estados Unidos en abril de 2008, el portavoz del Vaticano le dijo al Papa: “Santo Padre, este hombre no necesita presentación”.
Entre sus libros se destacan “Opus Dei: An Objective Look Behind the Myths and Reality of the Most Controversial Force in the Catholic Church”, y dos biografías de Benedict XVI. La primera escrita antes de que el cardenal Joseph Ratzinger fuera elegido papa; la segunda, publicada tras su elección fue la primera biografía del hoy pontífice emérito en inglés.
Tiene una licenciatura en filosofía de Fort Hays State University y una maestría en estudios religioso de la Universidad de Kansas, así como varios doctorados honoríficos de diferentes universidades.