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CIUDAD DE PANAMÁ—. Las víctimas de la violencia, el abuso, el aborto, el terrorismo, los desastres naturales, el tráfico de personas, la migración forzada y “muchos otros signos de muerte y soledad” fueron el núcleo de una meditación del Vía Crucis dirigida por el Papa Francisco el viernes 25 de enero en la circunvalación costera de Panamá con el océano como telón de fondo.
Ante tal sufrimiento, el pontífice levantó el ejemplo de María.
“En María, aprendemos la fuerza para poder decir ‘sí’ a aquellos que se han negado a permanecer en silencio frente a una cultura de maltrato y abuso, desprecio y agresión, y que trabajan para brindar oportunidades y crear una atmósfera de seguridad y protección”, dijo el papa Francisco.
“En María, aprendemos a dar la bienvenida y acoger a todos los abandonados, los que se han perdido o se han visto forzados a abandonar sus tierras, sus raíces, sus familias y su trabajo”, continuó. “Como María, queremos ser una Iglesia que fomente una cultura que acoge, protege, promueve e integra; que no estigmatiza, y mucho menos se complace en condenar de manera irresponsable a cada inmigrante como una amenaza para la sociedad”.
Los comentarios del Papa se produjeron cuando dirigía a los jóvenes en el rezo del Vía Crucis, durante el tercer día de su visita a Panamá durante la Jornada Mundial de la Juventud, un evento patrocinado por el Vaticano que se realiza cada dos o tres años en diferentes ciudades.
El Camino de la Cruz, que se refleja en el camino que Cristo siguió en su camino hacia su crucifixión, continúa hoy, dijo el pontífice. Jesús sufre en todos aquellos que están heridos por la “indiferencia complaciente y anestesiada de nuestra sociedad que consume y es consumida, que ignora y es ignorante, ciega ante el dolor de nuestros hermanos y hermanas”.
“Con demasiada frecuencia hemos terminado acompañando a la multitud, y esto nos ha paralizado”, dijo, lamentando que muchos de los reunidos hayan mirado hacia otro lado para no ver el dolor, refugiándose en el ruido para no escuchar el sufrimiento de los demás, y cubriéndoles la boca para que no griten de dolor.
“Es más fácil y ‘beneficioso’ ser amigos en triunfos y en gloria, en éxito y en aplausos; es más fácil estar cerca de alguien que se considera popular y un triunfador”, continuó el Papa. “Qué fácil es caer en una cultura del acoso, el hostigamiento y la intimidación”.
Según Francisco, el camino de la cruz de Jesús continúa, en el “grito ahogado” de los niños perdidos en el aborto, y en el de los niños a los que les roban su derecho a una infancia y una educación; en mujeres maltratadas, explotadas y abandonadas; en jóvenes que ven que no tienen futuro debido a la falta de educación y un trabajo digno; “en la angustia de los rostros jóvenes, nuestros amigos, que caen en la trampa de personas inescrupulosas, incluidas esas personas que dicen estar sirviéndoles: las trampas de la explotación, la actividad criminal y el abuso que se alimentan de sus vidas”.
El camino de Jesús hacia el Calvario, dijo el Papa, continúa en los jóvenes y las familias que, “atrapados en una espiral de muerte como resultado de las drogas, el alcohol, la prostitución y la trata de personas, están privados no solo de un futuro sino también de un presente”.
Francisco continuó resaltando los muchos males del mundo actual, los cuales, según él, perpetúan el Camino de la Cruz de Jesús: desde el medio ambiente hasta los pueblos indígenas; aquellos que han perdido la capacidad de trabajar y el mundo perdido en el drama de “su propia frivolidad”.
Las catorce estaciones que conmemoran la crucifixión y muerte de Jesús fueron preparadas por la hermana Rosemary Castañeda, directora del ministerio pastoral del comité organizador local de la JMJ de Panamá y leídas por jóvenes de todo el continente. Cada estación también rezaba a una advocación mariana diferente. Por ejemplo, en la tercera estación, “Jesús es condenado por el Sanedrín”, que se refleja en la “Iglesia de los Mártires”, y fue leída por peregrinos de El Salvador.
“En la gloriosa corona de los Mártires, San Oscar Arnulfo Romero, obispo y testigo de la fe, nos recuerda cómo el Sanedrín se perpetúa en la historia y cuántos hoy en día son perseguidos, combatidos, condenados, porque sus vidas, coherentes y firmes, son un escándalo para el mundo”, resaltó la meditación, antes de pedir la intercesión de la Virgen de la Paz.
La sexta estación, en la que “Jesús es azotado y coronado de espinas”, profundizó en el tema de los emigrantes y refugiados y fue leída por jóvenes venezolanos.
“Jesús quería que lo encontráramos en el dolor de los migrantes y la angustia de los refugiados”, dijo la meditación leída en el cinturón costero de la ciudad de Panamá.
“Él también lo fue durante su infancia en Egipto, él mismo sintió los pasos de quienes ayer y también hoy persiguen brutalmente a quienes, no solo lo han perdido todo, sino que también sienten cómo se cierran las fronteras y las puertas, cómo las líneas que limitan los países están coronados de espinas afiladas que amenazan, desprecian y rechazan a tantos hermanos”, dijo el Papa.
A los jóvenes de los Estados Unidos se les asignó la tarea de la 12ª estación, “Jesús crucificado, la Madre y el Discípulo”, que abordó el tema de las “madres”.
Las notas de meditación de la Jornada Mundial de la Juventud siempre ha estado acompañadas por la Virgen María, que se convirtió en madre de los discípulos y continúa cuidando con maternal bondad a quienes son frágiles, y están necesitados de la ternura para defenderse de la “furia del pecado y la amargura de la soledad”.
Al orar a la Madre de Dios, los jóvenes le pidieron: “Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor: que no seamos sordos al clamor de los pobres, que el sufrimiento de los enfermos y los oprimidos no nos encuentre distraídos, que la soledad de los ancianos y la impotencia de los niños no nos dejen indiferentes, que siempre amemos y respetemos la vida humana”.
La 13ª estación fue encabezada por peregrinos de México, quienes oraron por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona del país y de las Américas. Al tocar el tema del terrorismo, dijeron que “ha destruido muchas vidas, los asesinatos han roto muchos corazones. Jesús, muerto en la cruz, se convierte en la voz de tantas víctimas que nos dicen que con amor debemos defender, respetar y cuidar la vida”.
Se encargó a dos peregrinos nicaragüenses que leyeran la última Estación de la Cruz, “Jesús en el sepulcro”, dedicada a orar contra el aborto.
Hay una tumba “donde yacen mártires inocentes, las víctimas del aborto que, como los niños de Belén, continúan clamando al mundo con sus voces ahogadas, el llanto de sus pequeños cuerpos destrozados, la profunda tristeza de sus derechos mutilados”.
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Inés San Martín es una periodista argentina, jefa del Buró de Noticias de Crux en Roma. Antes de unirse a Crux, Inés fue mánager de redes, directora de contenido y diseñadora gráfica de Contá con Nosotros, y trabajó como reportera y editora de Valores Religiosos en Buenos Aires. También dirigió la oficina de prensa internacional para la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en 2013. Inés es licenciada en comunicaciones sociales y periodismo por la Universidad Austral en Buenos Aires y la Universidad de Navarra en Pamplona, España.