CIUDAD DEL VATICANO (Por Junno Arocho Esteves/CNS)—. Igual que los israelitas antiguos, los cristianos de hoy también pueden caer en la tentación de crear sus propios ídolos cuando surgen las dificultades y las incertidumbres, dijo el papa Francisco.
“La naturaleza humana, para escapar de la precariedad … busca una religión ‘hazlo tú mismo’. Si Dios no aparece, nos hacemos un Dios a medida”, dijo el papa durante su audiencia semanal general del 8 de agosto.
Entre los presentes en la audiencia estaba Sting, el músico ganador del premio Grammy que compuso la música para “Giudizio Universale: Michelangelo and the Secrets of the Sistine Chapel”, espectáculo desarrollado en colaboración con los Museos del Vaticano presentando recreaciones de alta definición de los frescos de la Capilla Sixtina pintados por Miguel Ángel.
Continuando su serie de audiencias sobre los 10 Mandamientos, el papa Francisco dijo que quería volver al tema de la charla de la semana anterior sobre la idolatría porque “es muy importante conocerlo”.
Él reflexionó sobre la lectura del libro de Éxodo donde los israelitas le piden a Aarón fabricar un becerro de oro para adorarlo mientras Moisés estaba en la montaña recibiendo los mandamientos.
El papa Francisco explicó que la ausencia de Moisés causó inseguridades y ansiedades en el pueblo, llevando a la creación de un ídolo símbolo de “todos los deseos que dan la ilusión de libertad y en su lugar esclavizan”.
“El becerro tenía un doble significado en el antiguo Oriente Próximo: por un lado, representaba la fertilidad y la abundancia y por el otro representaba energía y fuerza. Pero sobre todo es dorado, por lo que es un símbolo de riqueza, éxito, poder y dinero. … Estas son las tentaciones de todos los tiempos”, dijo el papa.
La idolatría, continuó, brota de la incapacidad de confiar en Dios. En ausencia de esta confianza, a los cristianos les falta la fuerza para resistir y no sucumbir a la duda en momentos de incertidumbre y precariedad.
Él añadió que sin Dios “uno fácilmente cae en la idolatría y se contenta con garantías mínimas”.
“Liberar el pueblo de Egipto a Dios no costó tanto trabajo; lo hizo con signos de poder, de amor”, dijo el papa. “Pero la gran obra de Dios fue sacar a Egipto del corazón de la gente, es decir, quitar la idolatría del corazón del pueblo. … Dios continúa trabajando para eliminarlo de nuestros corazones”.
El papa Francisco dijo que Dios decidió salvar la humanidad a través de las debilidades del sufrimiento de Cristo en la Cruz y que “desde nuestras debilidades podemos abrirnos a la salvación de Dios”.
“Nuestra recuperación proviene de aquel que se hizo pobre, que aceptó el fracaso, quien ha llevado nuestra precariedad hasta el final para llenarla de amor y fortaleza”, dijo el papa. “Él viene a revelarnos la paternidad de Dios. En Cristo nuestra fragilidad ya no es una maldición, sino un lugar de encuentro con el Padre y la fuente de una nueva fuerza desde arriba”.