EL MES PASADO reportamos sobre la decisión del comité “She Built New York” de no incluir a Santa Francisca Cabrini entre las siete mujeres a las que la ciudad erigirá una estatua.
La decisión causó disgusto en la comunidad católica e italoamericana porque la primera santa de Estados Unidos había obtenido más votos que ninguna otra candidata en la consulta popular que se hizo antes de la selección.
Mons. Nicholas DiMarzio, obispo de esta diócesis que comprende Brooklyn y Queens, acaba de lanzar una iniciativa para erigir una estatua en Brooklyn, posiblemente delante de la alcaldía, en honor a Madre Cabrini. Pero antes de entrar en los detalles de su plan —y cómo colaborar— debemos recordar quién fue la Madre Cabrini y por qué es venerada por los inmigrantes católicos hispanos. La historia de la Madre Cabrini, como popularmente se le conoce, tiene muchos elementos en común con la de cualquier inmigrante. Habiendo nacido en Sant’Angelo Lodigiano, Italia, el 15 de julio de 1850, llegó a Nueva York el 1 de marzo de 1889, a los 38 años, y no había nadie esperándola en el puerto. Vino acompañada por seis miembros de la orden religiosa que había fundado en Italia. La primera noche en Nueva York la pasaron en un hotel tan pésimo que no se atrevieron a acostarse en las camas. Se cuenta que pasaron la noche rezando.
Unos días después, Mons. Corrigan, arzobispo de Nueva York, les recomendó que regresaran a Italia. El prelado pensaba que los problemas de los inmigrantes en la ciudad eran tan graves que poco podrían conseguir siete religiosas, con poco inglés y menos dinero. Cuatro meses después, la Madre Cabrini había fundado un orfelinato y una escuela para servir las necesidades de la comunidad italiana.
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La Madre Cabrini no se haría ciudadana estadounidense hasta veinte años después de llegar a Estados Unidos. Como muchos inmigrantes, nunca dominó completamente el inglés: lo hablaba con un fuerte acento italiano.
De joven, a Francisca Cabrini le denegaron la entrada a la orden de las Hijas del Sagrado Corazón. Las monjas consideraron que la frágil salud de la joven le impediría adaptarse a la vida religiosa. A pesar de esa salud débil y de su temor al mar, más tarde cruzaría 30 veces el Atlántico y recorrería Estados Unidos y América Central fundando casas de su orden, escuelas y hospitales.
Cuando murió en Chicago en 1917, a los 67 años, la Madre Cabrini había fundado 67 escuelas, hospitales y orfelinatos, donde trabajaban 1500 religiosas de su orden atendiendo a miles de inmigrantes pobres.
En 1946 fue canonizada por el papa Pío XII, convirtiéndose así en la primera ciudadana de Estados Unidos elevada a los altares. Cuatro años más tarde, el mismo pontífice la proclamaría patrona de los inmigrantes.
Quienes dudaron de ella no lograron impedir que ayudara a los pobres, los inmigrantes, los olvidados. Tampoco se lo impidió su mala salud o su escaso dominio del inglés, ni los prejuicios anticatólicos de muchos de sus contemporáneos. Ella fue una de esas mujeres que ayudaron a construir Nueva York y a hacer que esta ciudad fuera mejor, más noble y más humana. ¿Cómo permitir nosotros que los prejuicios de nuestra época le roben el reconocimiento que merece? Por eso la Diócesis de Brooklyn ha comenzado a planificar la construcción de una estatua para la Madre Cabrini. En una columna publicada la semana pasada, Mons. DiMarzio anunció:
“Sin deseo alguno de intervenir en la política de nuestra compleja ciudad, he decidido comenzar nuestra propia campaña a través de la Fundación Católica para Brooklyn y Queens encaminada a erigir una estatua de Santa Francisca Cabrini en algún lugar de Brooklyn, y esperamos que pueda ser frente a la alcaldía de Brooklyn. Hemos estado en contacto con Eric Adams, presidente del municipio de Brooklyn, y está de acuerdo en que la Madre Cabrini se merece ser homenajeada con una estatua en la ciudad. La estatua se construirá con las contribuciones voluntarias de quienes honran la memoria y piden la intercesión de la Madre Cabrini, no solo como una mujer valerosa, sino como santa. Si ustedes quieren contribuir, pueden hacerlo visitando este sitio web: www.cfbq.org/cabrinistatue”
Para los inmigrantes católicos hispanos Madre Cabrini es una figura familiar y querida. Ella dedicó su vida a los inmigrantes que construyeron los templos católicos y las escuelas que nosotros disfrutamos hoy.
Nuestra Voz y la Madre Cabrini
La exclusión de Madre Cabrini —y junto a ella la de otra gran católica de Nueva York, Dorothy Day —parece ser fruto de un mal disimulado prejuicio anticatólico. Desde Nuestra Voz seguiremos cuestionando la decisión del comité “She Built New York”. Y también reportaremos los esfuerzos e iniciativas de la diócesis y de las asociaciones católicas que ayuden a rectificar esta arbitraria decisión.Los católicos hispanos de la diócesis, casi todos inmigrantes de primera o segunda generación, debemos jugar un particular papel en la defensa de la Patrona de los Inmigrantes.
Este domingo 6 de octubre a las 3:00 p.m., Mons. DiMarzio encabezará una marcha en honor de la Madre Cabrini, que partirá desde el Parque Madre Cabrini (41 President Street en Brooklyn). Al final, el obispo celebrará una misa en Sacred Hearts – St. Stephen Church en Carroll Gardens. La marcha estará patrocinada por la Pastoral Italiana de la diócesis.
A través de estas iniciativas, los católicos de Brooklyn y Queens tendrán la oportunidad de ayudar a rendir honor a la Madre Cabrini. Para nosotros los hispanos es especialmente importante, pues al hacerlo estaremos siguiendo el ejemplo de generaciones de inmigrantes católicos que nos antecedieron. La gran mayoría de ellos eran pobres y recién llegados cuando se unieron para construir nuestras iglesias. Muchos de ellos también sufrieron discriminación. La Madre Cabrini es también la Patrona de los Inmigrantes Hispanos. Al honrarla, continuamos los esfuerzos de esas generaciones de católicos e inmigrantes que reclamaron justicia y denunciaron los prejuicios de sus contemporáneos.