Mons. John C. Tossi
Mons. John C. Tossi fue el párroco de la iglesia San Lucas, en Whitestone, Queens, los últimos 15 años, hasta el 23 de mayo cuando falleció a la edad de 73 años debido a una afección coronaria.
Mons. Tosi nació en Flushing y fue ordenado sacerdote en mayo de 1973 por Mons. Francis J. Mugavero, obispo de Brooklyn, en la Catedral Basílica de Santiago.
En 1991, fue nombrado secretario ejecutivo de la Comisión Litúrgica Diocesana, cargo que ocupó hasta 2005. En 1997 fue nombrado Monseñor y a lo largo de su ministerio sirvió en diferentes parroquias de nuestra diócesis como en Nuestra Señora de la Gracia en Howard Beach, Resurrección Ascensión en Rego Park y Catedral de Santiago, de la que fuera nombrado rector en 1995.
En enero de 2005 la comunidad parroquial de San Lucas celebró su ceremonia de instalación como nuevo párroco. Su legado permanecerá en la memoria de los feligreses pues con enorme dedicación asumió la reconstrucción y renovación de esta iglesia.
Feligreses, amigos y presbíteros han expresado sus condolencias en diferentes plataformas como Facebook y en testimonios recogidos por nuestro periódico hermano The Tablet, manifestando que Mons. Tosi será recordado por lo especial de sus sermones y por ser un sacerdote de pueblo que se esforzó para que la comunidad asumiera la liturgia como el centro de la vida parroquial.
Uno de los testimonios más sobrecogedores es el del diácono Alexander Breviario, amigo de Mons. Tosi por 45 años, desde que el prelado ofició su matrimonio en la parroquia Nuestra Señora de la Gracia en Queens.
“Este sacerdote santo y compasivo, un pastor amoroso, un amigo maravilloso de toda la vida, alguien que cambió mi vida de una manera que nunca hubiera imaginado, no tendría la misa fúnebre para la que se preparó con tanta diligencia y que tan justamente merecía”, escribió el diácono Breviario en una de las ediciones del pasado mes de junio en The Tablet.
“Contemplé el modesto ataúd de madera que había elegido como lugar de descanso final en medio de la belleza de la iglesia de San Lucas que había remodelado con tanto esmero. Consideré la sencillez y sinceridad de la liturgia fúnebre que se celebraba en memoria de sus 47 años de vida como sacerdote, y mi tristeza se transformó en alegría […] el padre John estaba ahora en casa, en el lugar que conocía tan bien, un lugar sobre el que predicaba con tanta elocuencia, y que ahora estaba en paz”, añadió el diácono en su carta.
Diácono Emilio Arteaga
El Diácono Emilio Arteaga nació el 29 de agosto de 1946 en Nicaragua. Tras años de servicio a su comunidad parroquial de Santa Ágata en Sunset Park, Brooklyn, fue ordenado diácono permanente el 28 de mayo de 2011 por Mons. Nicholas DiMarzio, obispo de Brooklyn.
“La comunidad lo quería, todos lo conocían. Su esposa también es una laica muy activa en el Ministerio de la Eucaristía”, dice el padre Vincentius Do, párroco de Santa Ágata.
El pasado 10 de abril, a la edad de 73 años, el diácono Emilio Arteaga falleció a causa del COVID-19, dejando un gran vacío en su esposa, la señora Rosa Arteaga y en la que fue por muchos años su comunidad parroquial, la cual celebrará una misa en su memoria el próximo 6 de noviembre.
“Su fallecimiento fue una noticia terrible para todos nosotros, lo extrañamos mucho”, dice el padre Do quien acompañado de los demás presbíteros de la parroquia salieron a la puerta al encuentro de su ataúd que estaba rodeado por los miembros de su familia. Allí sus restos fueron bendecidos y fue despedido en medio de solemnes oraciones, pues para entonces los funerales estaban prohibidos a causa de la rápida propagación del COVID-19.
“Cuando llegué a esta parroquia comenzó a enseñarme español porque él era director de un colegio en Nicaragua y disfrutaba mucho enseñar”, cuenta el padre Do, quien tomó algunas clases del idioma con el diácono.
“Uno de los mejores recuerdos que tengo de Emilio es el reconocimiento que le dimos en la fiesta de San Esteban, el 26 de diciembre de 2019. Desde que lo conocía, nunca lo había visto sonreír tanto. Estaba abrumado de alegría y emoción. Sabía que nunca olvidaría ese día”, escribió Joel Peña, contador de Santa Ágata, en el boletín parroquial del 26 de abril.
Su disposición y amorosa entrega al servicio a todos sus hermanos es uno de los mayores legados del diácono Emilio Arteaga y por lo que será recordado entre los presbíteros de su parroquia y sus hermanos en la comunidad de Santa Ágata.