“La pobre, se ha quedado viuda”. Esta frase era común en los pueblos. Se reconocía la difícil situación a la muerte de su esposo. Sin ayuda en el campo y con la carencia absoluta de pensiones, muchas mujeres se enfrentaban a un difícil futuro. La Biblia, en los tiempos patriarcales, nos habla de una de ellas, llamada Tamar.
Según nos cuenta el Texto Sagrado, Judá tuvo tres hijos: Er, “Vigilante”, Onán, “Vigoroso” y Selá “Desatador”. Eligió a Tamar como esposa para su primogénito Er. Ella era una campesina, de Canaán. Su nombre hebreo significa “Palmera” o “Arbol de Palmas”. Vivía en una ciudad fortificada en la zona montañosa al suroeste de Jerusalén.
A Yahvé no le agradaba la mala conducta de Er y le quitó la vida. La Biblia explica esta muerte según la idea que tenía la gente en Israel en aquellos años. Todo era obra de Dios o Dios era la causa de todo. Ya que murió joven, él debió haber pecado contra el Señor, por eso le castiga.
Entonces Judá dijo a Onán, su segundo hijo: “Toma la mujer de tu hermano”. Con estas palabras Judá le indica, que debe casarse con Tamar al morirse su hermano sin dejar hijos. Esta responsabilidad de cuñado era una costumbre conocida como “Ley de Levirato”.
Por la cual, si un casado moría sin descendencia, un hermano suyo debía casarse con la viuda, según la Ley del Deuteronomio:
Si los hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin dejar hijos, la mujer del muerto no debe casarse fuera de la familia. Su cuñado, ejerciendo el levirato, debe casarse con ella. El primer hijo que tengan llevará el nombre del hermano muerto. Dt 25,5-6.
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Sin embargo, es digno de notarse, que esta costumbre todavía estaba en boga en tiempos de Jesús.
Unos saduceos le preguntaron a Jesús: ‘Maestro, Moisés dijo, “si un hombre muere sin hijos, ¿debe su hermano casarse con la viuda, su cuñada, para dar hijos a su hermano?”’. Mt 22,23-24.
Onán sabiendo, que el niño no sería suyo, echaba en tierra el semen cada vez que dormía con la esposa de su hermano. A este acto, hoy día, se le llama onanismo. Esta violación de la ley del levirato era castigada con la muerte. Lo que Onán hacía desagradó a Yahvé por lo que también le quitó la vida. No quiere decir que el Señor le matara. La Biblia no indica cómo murió.
Judá siente que su responsabilidad, segúnla ley del levirato, es ofrecer su tercer hijo a Tamar. Pero teme que su tercer hijo Selá muera, si se casa con esa mujer “maldita”, ya que los matrimonios de sus dos hijos mayores terminaron en su muerte. Para evitarlo, busca la excusa de que es joven. Cuando sea adulto, tendría que cumplir con la ley del levirato y casarse con su cuñada.
Entonces Judá dijo a Tamar su nuera:
Quédate viuda en casa de tu padre hasta que mi hijo Selá crezca. Gen 38,11.
Bastante tiempo después, alguien informó a Tamar de que su suegro iba camino de Timná, para el esquileo de su rebaño. Ella se disfraza de prostituta, se cubre el rostro con un velo y se sienta junto al camino, como una prostituta. Espera a su suegro y lo seduce. Como forma de pago, él le ofrece un cabrito. Pero ella le responde: “Déjame el anillo-sello que llevas colgado de tu cuello, tu cordón, y el bastón que llevas en la mano”. Él se los entregó, se acostó con ella, y la dejó embarazada.
A los tres meses, dijeron a Judá que Tamar estaba embarazada, por lo que ordenó que la apedreasen. No obstante, Tamar probó que la había dejado embarazada el dueño del anillo-sello, el cordón y el bastón.
Judá los reconoció. La perdonó, ya que se sentía culpable por no haberle dado a su hijo Selá. Tamar dio a luz a dos gemelos: Fares y Zara. San Mateo en su genealogía menciona a Fares como antepasado de nuestro señor Jesús.
¿Te resulta extraña la ley del Levirato?