Historias

Huérfanos de amor materno

Mayo está aquí de nuevo trayéndonos el Día de las Madres. Después de un año de pandemia, en cientos de hogares tenemos el corazón compungido, la mente llena de recuerdos y la silla de la madre vacía para siempre.

El COVID-19 u otra enfermedad se la llevó, en muchos casos sin un abrazo de despedida. Un cristal, una pantalla de un teléfono o una tableta fueron el instrumento de comunicación.

En otros, la despedida fue el sonido de la ambulancia cuyo recuerdo retumba en los oídos porque fue la última vez que se la vio. Atrás han quedado adultos, jóvenes y hasta niños sin el ser que les dio la vida, y en muchos casos hasta sin la protección del papá.

En los Estados Unidos, la pandemia que ha causado más de medio millón de muertes, ha dejado, hasta febrero 2021, entre 37 mil y 43 mil niños sin alguno de sus padres, según estimaciones de una investigadora de la Universidad de Stony Brook, publicada en la revista JAMA de Pediatría.

Es decir, la pandemia ha dejado, en un año, entre un 18 % y un 20% más de huérfanos que la cifra habitual. De estos, los niños afroamericanos son los más afectados.

También hay huérfanos temporales, los niños migrantes “no acompañados” que aunque se tiene la esperanza de reunirlos con sus padres en un futuro cercano, al presente están sufriendo carencia del amor no sólo materno, sino también paterno.

Algunos niños que llegan a la frontera de México y Estados Unidos tienen solamente 6 o 7 años, una edad en la que las madres son más necesarias que nunca.

Según datos obtenidos por la cadena de televisión CNN, en marzo 14, 2021, más de 4.000 niños migrantes no acompañados se encontraban bajo custodia de la Patrulla Fronteriza.

Es decir, más de 4.000 inocentes sin el amor que solo una madre sabe dar. La falta de una madre marca al ser humano de una forma o de otra. Hay un antes y un después.

Un adulto sufrirá y aprenderá del dolor. Con oración y ayuda su sufrimiento se convertirá en fuente de crecimiento y apoyo para otros.

Un estudio dirigido por Rachel Kidman, advierte que “los niños que pierden a uno de sus padres corren un riesgo elevado de sufrir un duelo traumático, depresión, malos resultados educativos, muerte involuntaria y suicidio, consecuencias que pueden persistir hasta la edad adulta”.

En estos casos y en los de separación temporal, los sicólogos advierten que los niños perciben la ausencia de la madre como un abandono, lo cual puede causar trastornos de ansiedad que se traducirán a lo largo de la vida en problemas emocionales.

En este mes de mayo del 2021 vale la pena recordar a Santa Teresita del Niño Jesús, quien quedó huérfana de madre a los 4 años y se refugió en su hermana Paulina buscando el calor maternal. Hoy en día conocemos muchas historias similares, en la que a hermanos mayores les ha tocado asumir el rol de sus padres.

Teresita de Jesús, ya siendo adulta y consagrada a la vida conventual, por orden de la Madre Inés de Jesús, escribe en su autobiografía “Historia de un alma”: “Tengo que decirte, Madre, que a partir de la muerte de mamá, mi temperamento feliz cambió por completo. Yo, tan vivaracha y efusiva, me hice tímida y callada y extremadamente sensible. Bastaba una mirada para que prorrumpiese en lágrimas, solo estaba contenta cuando nadie se ocupaba de mí, no podía soportar la compañía de personas extrañas y solo en la intimidad del hogar volvía a encontrar mi alegría”.

Su padre, y sus hermanas mayores, especialmente Paulina, la ayudaron a llenar el vacío del amor materno. Su amor a la Madre del Cielo, la Virgen María, la acompañó y dirigió desde niña.

“Antes de coger la pluma, me he arrodillado ante la imagen de María, la que tantas pruebas nos ha dado de las predilecciones maternales de la Reina del cielo por nuestra familia, y le he pedido que guíe ella mi mano para que no escriba ni una línea que no sea de su agrado.” Que nuestra Madre María nos abrace a todos los que anhelamos el abrazo de la madre ausente. ¡Feliz Día de la Madre”.