La pandemia ha traído otro problema al código postal 11368, que abarca los vecindarios de Corona y North Corona en la parte norte de Queens. Según un informe reciente de un grupo de defensa de los derechos de los inquilinos, estos vecindarios tienen algunas de las tasas de avisos de desalojo más altas de la ciudad de Nueva York.
Hasta hoy se han presentado 1,130 en este código postal, desde que llegó COVID-19 hace un año. Por su parte, los datos del departamento de salud de la ciudad indican que Corona y North Corona tienen una de las tasas de muerte por COVID-19 más altas en los cinco condados: 504 al momento de escribir este artículo.
Los investigadores afirman que estos vecindarios —al igual que otros que muestran datos similares— están habitados en su mayoría por negros o latinos. Por ejemplo, el departamento de planificación de la ciudad de Nueva York informa que la población de Corona es masivamente hispana, alrededor del 63 por ciento de sus 110,369 residentes.
“Estos números son impactantes”, dijo Lucy Block, investigadora de la Asociación para el Desarrollo de Vecindarios y Viviendas (ANHD, por sus siglas en inglés).
El grupo publicó su nuevo informe el miércoles 17 de marzo. “Los propietarios”, agregó Block, “están enfocándose en los inquilinos de color para desalojarlos a tasas asombrosas y los demandan por sumas imposibles de dinero, mientras muchos están muriendo por COVID-19”. Según la Coalición de Derecho a la defensa de la Ciudad de Nueva York, solo unos pocos códigos postales en el Bronx tienen más desalojos registrados que el 11368.
Este grupo trabajó con la ANHD para crear un portal online para monitorear los desalojos (Eviction Crisis Monitor). Según el sitio, “Ocho de los diez códigos postales con las tasas más altas de desalojo se encuentran en el Bronx, que tiene una de las concentraciones más altas de viviendas de renta estabilizada y es el hogar de las comunidades negras y mestizas más afectadas por la pandemia del COVID-19.
“Los otros son Corona/North Corona, en Queens y Graniteville/Mariner’s Harbour/Port Ivory en el noroeste de Staten Island; también dos vecindarios con una alta población de inmigrantes gravemente afectados por la pandemia”.
Doble desastre
Catalina Rojas, residente de Corona y madre de un joven y una adolescente, atravesó una situación muy difícil durante la pandemia. Primero fue la muerte de su esposo, Nicolás, a causa del COVID-19.
Luego comenzó a sufrir una ansiedad constante sobre cómo pagar el alquiler y el resto de las facturas con la que compartían gastos. La angustia era asfixiante. “Sentí que había dejado de ser yo”, dijo en una entrevista reciente. “Le pedí a Dios volver a ser la misma Catalina de antes de que todo sucediera”.
Su esposo fue una de las primeras víctimas por COVID-19 el año pasado en Corona. A medida que la tasa de mortalidad se aceleraba en Nueva York, el gobernador Andrew Cuomo puso una orden de “pausa” para frenar las infecciones.
Todos —excepto los negocios esenciales— cerraron, dejando a miles de personas sin trabajo, pero aún debiendo alquiler. A fines del 2000, el gobernador Cuomo y el entonces presidente Trump solicitaron y extendieron moratorias de desalojo. La última prohibición de desalojo del estado de Nueva York, firmada en diciembre, expirará el 1 de mayo.
Sin embargo, la moratoria federal fue extendida el 30 de marzo para continuar otros dos meses hasta el 30 de junio.
Mientras tanto, se han acumulado 2 mil millones de dólares de alquiler sin pagar en la ciudad de Nueva York, según una encuesta de propietarios realizada por el Programa de Mejoramiento de Vivienda Comunitaria (CHIP, por sus siglas en inglés). CHIP también encontró que alrededor de 185,000 hogares tenían un atraso de dos o más meses sin pagar alquiler, y la deuda promedio por hogar era de más de 6,000 dólares.
Y según el estudio de la ANHD, desde que comenzó la pandemia del COVID-19, los dueños han demandado 32,576 propiedades en la ciudad de Nueva York. Actualmente, las moratorias no impiden que los dueños presenten estas demandas de desalojo en el tribunal de vivienda de la ciudad. Pero las moratorias les han impedido temporalmente cerrar estos casos para cobrar el alquiler retrasado.
Esperando el rescate
Mientras tanto, los gobiernos estatal y federal han aprobado fondos para socorrer a los inquilinos.
A mediados de marzo, el presidente Joe Biden firmó un paquete de estímulo de 1.9 billones de dólares que suma otros 20 mil millones a los 25 mil millones que el Congreso aprobó en diciembre para el nuevo Programa de Asistencia con el alquiler para situaciones de emergencia (ERAP, por sus siglas en inglés).
Nueva York fue aprobada para recibir 1.3 mil millones de dólares de los fondos en diciembre y otros mil millones la semana pasada. La Oficina de Asistencia Temporal y Asistencia para Incapacitados del Estado se encargó de distribuir el dinero.
Mientras este artículo estaba siendo redactado, la ayuda aún no había llegado. Una vez que se reciba, el dinero del programa ERAP estará destinado a pagar a los propietarios directamente el alquiler adeudado. Los inquilinos tendrán la opción de solicitar los fondos para pagar a los propietarios o aceptar que los propietarios se encarguen del proceso por ellos. La Legislatura de Nueva York está trabajando en un proyecto de ley que determinaría cómo distribuir el dinero.
Mientras tanto, los funcionarios federales instan a los inquilinos y propietarios a cooperar en el proceso una vez que se haya detallado. The Tablet informó recientemente cómo los propietarios también luchan con la pérdida de ingresos por alquiler para ayudar a pagar las hipotecas, el mantenimiento, los servicios públicos y el seguro.
Algunos grupos de inquilinos apoyan una cancelación de alquiler aprobada por el gobierno. Por ejemplo, la Coalición de Derecho a la defensa de la Ciudad de Nueva York afirma que los “peores desalojadores” de la ciudad son millonarios que podrían absorber la pérdida de ingresos por la cancelación de la renta.
“Los datos muestran claramente que los propietarios están listos y esperando para desalojar”, dijeron los organizadores en el portal online. “Pero los desalojos no tienen por qué suceder.
En cambio, como sociedad, podemos optar por cancelar el alquiler, asegurarnos de que nadie sea desalojado durante una pandemia y que todos los inquilinos que enfrentan el desalojo tengan derecho a un abogado. ¡Tenemos que luchar para que eso suceda!”
El domingo es el peor día
De vuelta en Queens, Catalina Rojas confía en que su fe católica la ayudará a superar la pandemia y cuidar de sus hijos, Michael, de 23 años, y Elizabeth, de 17. Aunque su familia vive en Corona, ella es miembro desde hace mucho tiempo de la parroquia Blessed Sacrament en la vecina Jackson Heights.
Allí, los feligreses la han colmado de oraciones, mientras que otros le han brindado ayuda económica. Perdió su empleo como auxiliar de limpieza al comienzo de la pandemia, pero ahora ha vuelto al trabajo y planea devolverle el dinero a las personas que la ayudaron.
El otoño pasado, le contó a The Tablet cómo su hijo, Michael, le prometió a su padre que iría a trabajar para ayudar a mantener a la familia. Y lo hizo. “A mis hijos les va mejor”, dijo, “pero hay días que son más difíciles”.
El peor es el domingo, porque ella y su esposo solían servir juntos en la iglesia. Ella se siente reconfortada al recordar cómo a menudo le decía que fuera: “Sé feliz”. La coordinadora de duelo en Blessed Sacrament la aconsejó, lo que la ayudó a soportar el dolor, la tristeza y la soledad. “Dios ha sido bueno”, dijo, “y siento que la parroquia es mi hogar”.