¡No me lo estaba esperando! ¿Te ha pasado algo que no estabas esperando? ¿Has atravesado un momento en tu vida donde todo se ha vuelto en tu contra? ¿Alguna vez tus sueños se convirtieron en pesadillas? Pues, ¿adivina qué? ¡Todo eso le pasó a José! La Biblia nos cuenta en Génesis 37:1-4 lo siguiente:
Cuando José tenía diecisiete años, ayudaba a sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, a cuidar las ovejas. Pero José le contaba a su padre lo mal que se portaban sus hermanos. Jacob amaba a José más que a sus otros hijos, pues había nacido cuando ya era muy anciano. Por eso le hizo una capa de muchos colores, pero sus hermanos lo odiaban, y ni siquiera le hablaban, pues veían que su padre lo quería más que a ellos.
Lo primero que podemos notar es que José era un joven de 17 años. ¿Te acuerdas cuando tenías esas edad? Me imagino que para algunos es un recuerdo lejano y doloroso, pero para otros quizás no. ¿Te acuerdas de las decisiones que tomaste a esa edad? Casi podría asegurar que no fueron maduras. Muchas veces la inmadurez no nos permite vivir vidas que glorifiquen a Dios, pero no obstante Dios en Su misericordia camina con nosotros con amor y mucha, mucha paciencia.
José era muy joven, y hasta alguno podría decir que era chismoso: “José le contaba a su padre lo mal que se portaban sus hermanos” (vs2). Pero su destino y sus sueños eran más fuertes que sus debilidades. Porque sus sueños eran los sueños de Dios en su vida y no un capricho personal. Cuando nuestros sueños no son los de Dios para con nosotros, experimentamos a menudo desesperación al querer lograr con nuestra astucia y fuerza aquello que sólo Dios puede lograr con su sabiduría y su poder.
El Génesis también nos dice que José era el preferido de su papá y que por eso sus hermanos lo odiaban y ni siquiera le dirigían la palabra (vs4). Tal parece que había problemas en esta casa y lo peor aún no había pasado. Luego vemos cómo José tuvo un sueño, se lo contó a sus hermanos y lo odiaron aún más (vs5). Pero espera, se pone peor. José tuvo otro sueño y, ¿adivinen qué?, se lo contó nuevamente a sus hermanos y ellos empezaron a tenerle envidia (vs11).
Si algo produce desastre es odio y envidia. Lo importante es que José no se dejó desanimar ni mucho menos persuadir a dejar de creer en su sueño. En el proceso fue casi asesinado (vs20), le quitaron su túnica (vs23), lo tiraron en un pozo seco (vs24), fue vendido como esclavo por sus hermanos (vs28), revendido ahora por los egipcios (vs36), calumniado por una mujer (Gen 39:14-18), sentenciado a la cárcel (vs20) y olvidado en la cárcel (Gen 40:23). No obstante y a pesar de todas estas interrupciones Dios siempre estuvo con él (Gen 39, 3, 21, 23).
Durante todo este proceso Dios mantuvo su fidelidad a José porque aun en medio de las interrupciones, José nunca renegó o culpó a Dios. Es por eso se hizo realidad este sueño de José: “Anoche tuve un sueño, y soñé que estábamos en medio del campo, atando el trigo en manojos. De repente, mi manojo se levantó y se quedó bien derecho, mientras los de ustedes lo rodeaban y se inclinaban ante él.” (Gen 36:6-7) ¡Sí, ese sueño se hizo realidad! No sólo una vez, sino tres veces. (Gen 42,6; 43:26-27 y 44:14) ¡Dios es fiel!
La pregunta nunca es: ¿podrá Dios cumplir lo que promete? La pregunta siempre es: ¿Podré esperar hasta que Dios manifieste sus promesas en mi vida? Les quiero dejar con dos pasajes bíblicos que son de gran alivio y bendición para mi vida y espero que también lo sean para ti.
José no tenía duda de que Dios estaba preparándolo para ser una extensión de bendición y es por eso que le responde así a sus hermanos:
Pero no se preocupen, ni se reprochen nada. En los dos años anteriores no ha habido comida en toda esta región, y todavía faltan cinco años en que nadie va a sembrar ni a cosechar nada. Pero Dios me envió aquí antes que a ustedes, para que les salve la vida a ustedes y a sus hijos de una manera maravillosa. Como pueden ver, no fueron ustedes los que me enviaron acá, sino que fue Dios quien me trajo. Él me ha convertido en amo y señor de todo Egipto, y en consejero del rey. (Gen 45:5-8)
José no permitió que la interrupción afectara su fe o su confianza en Dios, al contrario, les dijo a sus hermanos: “Ustedes planearon hacerme daño, pero Dios lo hizo para bien. Lo hizo para obtener los resultados que vemos ahora, para salvarle la vida a mucha gente”. (Gen 50:20)
Recuerda, tus sueños podrán ser interrumpidos y podrán tardar en hacerse realidad, ¡pero no podrán ser detenidos! Porque los sueños de Dios en ti, no son sólo para tu propio beneficio, sino para el bien del pueblo y para la Gloria de Dios. ¡Créelo!