CIUDAD DEL VATICANO (Por Carol Glatz/CNS)—. Los cristianos reconocen la gran paradoja de la vida de que tanto el mal y la tentación existen en el mundo, pero que Dios siempre está presente, listo para ayudar y dar a las personas la fuerza para perseverar, dijo el papa Francisco.
A cada persona se le ha dado vida, “sueños de amor y el bien”, pero también está “continuamente expuesta al mal”, dirigida contra sí misma y contra quienes la rodean, tanto que “podemos sentirnos tentados a la desesperación”, dijo el papa durante su audiencia general semanal el 15 de mayo.
“La oración cristiana no cierra los ojos a la vida”, a la realidad, dijo. Los cristianos saben que la vida puede ser muy difícil, dolorosa o injusta, y oran para que Dios, que es más grande y más fuerte que cualquier mal, de fuerza para seguir adelante y “nos libre del mal”.
Continuando con su catequesis sobre la oración del “Padre Nuestro”, el papa reflexionó sobre la invocación, “Líbranos del mal”.
Jesús enseña a la gente a siempre recurrir a Dios, especialmente cuando pueden sentir la “presencia amenazadora” del mal que, según dijo san Pedro, era como un león enojado, siempre dando vueltas, listo para “devorarnos”, dijo el papa.
Las últimas líneas del “Padre Nuestro” pide a Dios: “No nos abandones” y “líbranos”, dijo, peticiones para todos los que se encuentran en una situación desesperada: en una situación de pecado, persecución, desesperación o incluso muerte.
La misteriosa presencia del mal es una verdad absoluta en la vida de las personas, dijo el papa, ya que el diablo no deja a nadie en paz mientras se mueve “silencioso como la serpiente que lleva el veneno”.
“Líbranos del mal”, dijo, es un grito contra el mal que puede manifestarse de muchas maneras, como la esclavitud, el sufrimiento inocente, la explotación, el luto y “el llanto de los niños inocentes”.
“El cristiano sabe lo abrumador que es el poder del mal, y al mismo tiempo siente cómo Jesús, que nunca ha sucumbido a sus lisonjas, está de nuestro lado y nos ayuda”.
El “Padre Nuestro” recuerda a las personas que el mejor regalo que las personas han recibido de Jesús es su presencia y su paz constante, que es más fuerte que cualquier mal, dijo el papa.
“Esa es nuestra esperanza, la fuerza que nos da Jesús resucitado, que está aquí, entre nosotros”, dando a la gente la fuerza para perseverar, dijo.
Dirigiéndose a peregrinos polacos al final de la audiencia, el papa Francisco recordó la fiesta de Nuestra Señora de Fátima el 13 de mayo y cómo ese día coincidió con el intento de asesinato contra san Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro en 1981.
El papa le recordó a la gente que san Juan Pablo creía que Nuestra Señora salvó su vida y le pidió a la gente que orara por su protección también.
“Recordemos también las palabras de Nuestra Señora: ‘He venido a advertir a la humanidad para que cambie su vida y no entristezca a Dios con sus pecados graves. Que la gente ore el rosario y haga penitencia por sus pecados’. Escuchemos esta advertencia, pidiéndole a María su protección materna, el don de la conversión, el espíritu de penitencia y la paz para todo el mundo”, dijo.
Cuando llegó a la Plaza de San Pedro, el papa Francisco invitó a ocho jóvenes refugiados a que lo acompañaran en el papamóvil.
Alessandro Gisotti, director interino de la oficina de prensa del Vaticano, dijo a reporteros que los adolescentes varones y hembras eran de Siria, Nigeria, Congo y otros países y llegaron a Italia por Libia a través de una iniciativa de corredor humanitario. Viven con sus familias en un centro de recepción para inmigrantes al sur de Roma, agregó Gisotti.