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Limpien sus corazones de la ira, vivan el Evangelio, pide el Papa en la misa en Erbil

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ERBIL, Irak (CNS) — Tras haber sido testigos o víctimas de la persecución por su fe, los cristianos de Irak deben librarse de cualquier deseo de venganza, dijo el papa Francisco.

Luego de una mañana en la que rindió homenaje a las víctimas de la violencia del Estado Islámico (ISIS), el Papa llegó al último gran evento público de su viaje a Irak: la misa del 7 de marzo con unas 10.000 personas en el estadio Franso Hariri de Erbil. Muchos de los asistentes ignoraron las medidas de distanciamiento social implementadas y muchos no llevaban máscaras.

En Erbil, capital de la región autónoma del Kurdistán en el norte de Irak, viven hoy refugiados sirios y cientos de miles de personas desplazadas, en particular cristianos, de Mosul, Qaraqosh y otras ciudades que habían estado bajo el control de terroristas del Estado Islámico desde el año 2014 hasta el 2017.

Después de bendecir el altar con incienso, el Papa bendijo una imagen de la Virgen parcialmente restaurada de una parroquia de Karmless. Los militantes del Estado Islámico decapitaron la estatua y le cortaron las manos. Los restauradores colocaron la cabeza de la imagen en su sitio, pero dejaron las manos colgando de sus brazos.

“Aquí en Irak, cuántos de sus hermanos y hermanas, amigos y conciudadanos llevan las heridas de la guerra y la violencia, heridas visibles e invisibles”, dijo el Papa a la multitud. “La tentación es reaccionar ante estas y otras experiencias dolorosas con el poder humano, la sabiduría humana, pero el estilo de Jesús fue servir, sanar, amar y ofrecer su vida por los demás”.

Refiriéndose al relato del Evangelio de San Juan en el que Jesús expulsa a los mercaderes del templo, el Papa dijo que Jesús no quería que la casa de su Padre se convirtiera un mercado, y “del mismo modo desea que nuestro corazón no sea un lugar de agitación, desorden y confusión”.

“El corazón se limpia, se ordena, se purifica”, afirmó el Santo Padre.

Cuando Jesús dijo: “Destruyan este Templo y en tres días lo levantaré de nuevo (Jn 2,19). Jesús hablaba del templo de su cuerpo y, por tanto, también de su Iglesia. Con la fuerza de su Resurrección puede hacer resurgir nuestras comunidades de los destrozos provocados por el odio”, dijo el Papa.

Cualquier cosa que aleje a una persona de Dios o haga que ignore el sufrimiento de los demás debe ser eliminada, dijo. “Necesitamos eliminar de nuestro corazón y de la Iglesia las nefastas sugestiones del poder y del dinero”.

La bandera de Kurdistán onde frente al papamóvil desde el que el papa Francisco saluda a la multitud antes de celebrar la misa en el Estadio Franso Hariri en Erbil, Irak, el 7 de marzo de 2021. (CNS/ Paul Haring)

Pero, añadió el Papa, “para limpiar el corazón necesitamos ensuciarnos las manos, sentirnos responsables y no quedarnos de brazos cruzados mientras el hermano y la hermana sufren”.

A través de su propio sufrimiento, muerte y resurrección, Jesús “nos libera de un modo de entender la fe, la familia u la comunidad, que divide, que contrapone, que excluye, para que podamos construir una Iglesia y una sociedad abiertas a todos y solícitas hacia nuestros hermanos y hermanas más necesitados”. 

Y al mismo tiempo”, continuó el Papa, “nos fortalece, para que sepamos resistir a la tentación de buscar venganza, que nos hunde en una espiral de represalias sin fin”.

Con fe en Jesús y las experiencias de la última década, dijo el Papa, el Espíritu Santo los envía como “discípulos misioneros, hombres y mujeres llamados a dar testimonio del poder transformador del Evangelio”.