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Los sacerdotes hablan de aislamiento durante la pandemia

BENSONHURST – Fue la Semana Santa más extraña que pueda recordar toda la Diócesis de Brooklyn.

Aislados de los feligreses, siguiendo los protocolos de distanciamiento social, los sacerdotes que normalmente estarían ocupados en actividades como la Misa de la Última Cena, el Viernes Santo, la Vigilia Pascual y el Domingo de Resurrección, se abstuvieron de las celebraciones públicas.

“Estaría mintiendo si dijera que no tengo una sensación de aislamiento. Esto no parece una Semana Santa”, confesó el padre Peter Penton, párroco de la Iglesia de San Finbar en Bath Beach.

“No tienes a tus feligreses frente a ti. Quisieras tenerlos allí para celebrar la misa, la liturgia, todas las cosas que conforman la vida de una parroquia”, agregó.

El padre Astor Rodríguez, párroco de la Iglesia de San Juan Bautista en Bedford-Stuyvesant, reconoce una molesta sensación de separación.

“Es difícil debido a los tiempos que estamos viviendo. Y es especialmente difícil para los sacerdotes que viven solos en la rectoría”, y agregó que está preocupado por el hecho de que no puede visitar a los enfermos ni pasar tiempo con los ancianos.

El padre Rodríguez ahora transmite en vivo sus misas en Facebook.

“También he estado llamando a la gente para que sepan que estoy aquí para ayudarlos, en especial a nuestros mayores. Pero no es lo mismo”, dijo.

“A los feligreses les encantaría ir a la iglesia para celebrar todos juntos la Semana Santa”.

Es que el padre Rodríguez no recuerda haber visto algo así antes. “Ni durante el 11 de septiembre… nosotros como comunidad pudimos estar juntos. Lo que estamos experimentando ahora es muy diferente”, dijo.

El padre Penton se sobrepone a la separación de los feligreses transmitiendo en vivo sus misas y ofreciendo una reflexión diaria… “y rezo. Puede sonar cliché hablar sobre la oración, pero la oración es la respuesta”, dijo.

Cuando se le preguntó si es difícil no estar con los feligreses, el padre Manuel de Jesús Rodríguez, párroco de la Presentación de la Santísima Virgen María en Jamaica, dijo: “Por supuesto que lo es”.

Aún así, también encuentra maneras de mantenerse en contacto. “Tan pronto como supimos que las misas públicas fueron canceladas, configuramos inmediatamente WhatsApp. Nos comunicamos de esa forma y nos mantenemos actualizados mutuamente”, dijo.

La pandemia también está afectando emocionalmente a algunos.

“Es una situación muy triste. Si decimos que es difícil nos quedamos cortos”, dijo el padre Kevin Sweeney, párroco de la Iglesia de St. Michael en Sunset Park, recién nombrado obispo por el papa Francisco. “Pero nuestra fe nos da la fuerza para seguir adelante”.

El padre Sweeney, que comparte la rectoría con otros dos sacerdotes, dijo con sarcasmo: “Hemos pasado mucho tiempo juntos”.

El sacerdote ha encontrado formas de continuar: dos veces al día transmite misas en vivo a través del perfil de Facebook de la iglesia y la celebración de un retiro parroquial online. “Creo que la tecnología es una bendición en un momento como este”, reconoció.

El padre Christopher Heanue, aquí fotografiado con Sydney McLoughlin, se comunica con los estudiantes de la Academia Católica Holy Child Jesus vía Zoom. (Foto: Theresa McLoughlin)

El padre Christopher Heanue, párroco de Holy Child Jesus y St. Benedict Joseph Labre en Richmond Hill, dijo que está lidiando con la situación lo mejor que puede “pero pasamos mucho tiempo de inactividad y eso no me gusta”, admitió.

Habla con frecuencia con feligreses y estudiantes de la Academia Católica Holy Child Jesus a través de la plataforma Zoom. Se pregunta si la crisis del coronavirus dejará una marca duradera.

“Una de las cosas que me he estado preguntando es qué pensarán nuestros feligreses sobre la respuesta de la iglesia a esta pandemia”, dijo el padre Heanue. “Nuestra fe ciertamente dictaría que no estamos solos. La pregunta es: ‘¿Cómo utilizamos las medidas de restricción para servir a nuestros feligreses?’ Es bueno que podamos usar la tecnología”.

Por el contrario, Mons. Jonas Achacoso, vicario parroquial de la Iglesia Reina de los Ángeles en Sunnyside, no se siente aislado.

“Todos los sacerdotes saben que vivimos tiempos muy diferentes. Pero nuestra fe sigue intacta”, dijo.

Todavía se siente cercano a los feligreses: “El aislamiento es cuando te cortan la comunicación con ellos. Nosotros estamos unidos con ellos en oración”.

Mons. Achacoso admitió, sin embargo, que las cosas no son exactamente lo mismo. “Es la vida en la nueva normalidad”, concluyó.