“Conviértete y cree en el Evangelio”, esa es la invitación que el Señor nos hace cada Miércoles de Ceniza, un llamado al arrepentimiento y a la conversión; y un momento para que reconozcamos nuestra necesidad de su infinita misericordia.
La ceniza, resultado de la quema de los ramos del Domingo de Ramos del año anterior mezclados con agua bendita o aceite de crisma, es impuesta por sacerdotes, diáconos o ministros laicos tras ser bendecida por un sacerdote o un diácono. En este día que marca el inicio de la Cuaresma, los católicos no están obligados a imponerse la señal de la cruz con la ceniza, pero sí lo es abstenerse de comer carne para los creyentes mayores de 14 años, al igual que es obligatoria todos los viernes de Cuaresma. En cuanto al ayuno, que consiste en una comida fuerte al día, es considerado una muestra de sacrificio y es obligatorio para aquellos fieles mayores de 18 años y menores de sesenta.
Según el Santo Padre en su mensaje de Cuaresma, el ayuno “nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre. El pasado 14 de febrero, en la Catedral Basílica de St. James, Mons. Nicholas DiMarzio, obispo de Brooklyn, celebró al mediodía la eucaristía de Miércoles de Ceniza, misa que fue concelebrada por el padre Peter J. Purpura, rector de la Catedral de la Diócesis de Brooklyn.
En su homilía, Mons. DiMarzio destacó el mensaje de Cuaresma del papa Francisco en el que el Pontífice citó las palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo 24,12: “Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría”. “Y es que es justamente el amor lo que celebramos en estos cuarenta días, nuestros corazones deben ser ejercitados en la oración, la penitencia y la caridad y esto nos permitirá cumplir con esa tarea de anunciar la Buena Nueva cuando llegue la Pascua”, dijo el Obispo.
Al mismo tiempo Mons. DiMarzio afirmó que “el papa Francisco usa algunas imágenes para describir el enfriamiento de los corazones en estos tiempos cuando no amamos y usa la descripción de Dante Alighieri en la que describe el infierno en el que el diablo se encuentra sentado en un trono de hielo, congelado, aislado y sin amor”.
Al final de su homilía, el Obispo de Brooklyn invitó a los presentes a vivir el espíritu de la Cuaresma y a permitirse ser inspirados por el Espíritu Santo, recordándonos que este es un tiempo para orar, ayunar y poneren practica la caridad de la que el papa Francisco nos habla a todos sus hermanos y hermanas en su misiva de Cuaresma.