El Papa

El Papa elige a otro “cura callejero” al nombrar a su limosnero cardenal

CIUDAD DEL VATICANO (Por Carol Glatz/CNS)—. Una vez que el Papa Francisco aceptó que no podría dedicarse directamente a servir a los pobres en las calles de Roma como solía hacer en Buenos Aires, encontró a otro “cura callejero” secreto para que lo hiciera en su lugar: el Cardenal electo Konrad Krajewski.

Mons. Konrad Krajewski durante su ordenación episcopal en la Basílica de San Pedro, el 17 de septiembre de 2013. El limosnero papal es uno de los 14 nuevos cardenales elegidos por el Papa. (CNS/Vatican Media)

Durante años, este asistente polaco de San Juan Pablo II y del Papa Benedicto XVI zapateó las calles de la capital italiana ofreciendo comidas y asistencia, a menudo acompañados por voluntarios de la Guardia Suiza papal.

“Mis brazos se han acortado”, dice que le dijo el Papa Francisco al explicarle por qué lo estaba nombrando limosnero papal.

“Si tus brazos pueden convertirse en una extensión de los míos, podré tocar a los pobres de Roma e Italia. Ya no puedo estar en la calle, pero tú sí”, le dijo el Papa.

Elevándolo al Colegio de Cardenales el próximo 28 de junio el Papa, el está elevando el oficio de limosnero papal, dijo el liturgista de 54 años de edad, a Vatican News. Este honor es “para los pobres y los voluntarios. No puedo reclamar ningún mérito”, dijo.

“Solo cumplí la voluntad del Santo Padre”, explicó, que es convertirme en los ojos, oídos y manos del papa, buscando y ofreciendo ayuda directa, así como consuelo espiritual y oraciones, a los necesitados.

Todas las mañanas lee las solicitudes de ayuda que le envía el Papa con un comentario que dice: “Decide lo que debes hacer”.

“Entonces pienso qué haría el papa Francisco si estuviera en mi lugar?”, confesó Mons. Krajewski a la revista italiana Il Mio Papa.

Como limosnero papal, el cardenal electo polaco distribuye ayuda caritativa del Papa; pero él ha llevado este trabajo a un nuevo nivel, preparando un residencia con duchas, barbería y lavandería instaladas cerca del Vaticano para los desamparados. También ha entregado 1.600 tarjetas telefónicas prepagadas a los refugiados sobrevivientes de un peligroso viaje en bote hasta Lampedusa para que les pudieran avisar a sus familias que se encontraban a salvo. Además, ha organizado excursiones especiales privadas para pobres y desamparados a los Jardines Vaticanos, el museo Vaticano y la Capilla Sixtina.

Mons. Krajewski le enseña al papa Francisco las instalaciones del albergue para hombres desamparados creado y administrado con fondos de la oficina del limosnero papal. (CNS/ distribuida por L’Osservatore Romano)

Recibir el capelo cardenalicio no debe suponer gran diferencia en sus obligaciones diarias, dijo a Vatican Insider. Él ya tenía suficiente influencia como el limosnero del Papa. “Cuando me dan las donaciones para los pobres, lo hacen con confianza porque creen en el Papa”, añade.

El cardenal electo Krajewski dice que el Papa Francisco le mandó vender su escritorio cuando lo designaron para ese puesto, porque su trabajo no era sentarse a esperar a que las personas vinieran a buscarlo, sino salir a la calle y encontrar a los necesitados. Mons. Kralewski fue un paso más allá, llegando a prestarle su apartamento a una familia de refugiados sirios por un tiempo.

El arzobispo Francesco Giovanni Brugnaro de Camerino-San Severino Marche, y el limosnero papal, cardenal electo Konrad Krajewski, visitan a productores y campesinos locales en la zona del centro de Italia afectada por los terremotos con la intención de compara sus productos y estimular la recuperación de la economía local. (CNS/Vatican Press Office)

Dice que el Papa quería que él hiciese lo que había tenido la libertad de hacer en Buenos Aires: buscar, compartir y estar ahí para la gente.

” ‘Ya verás’, me dijo el Papa, ‘Te estoy confiando la parte más bella del sacerdocio”, dice que le dijo.

Nacido en Lodz, Polonia, el 25 de noviembre de 1963, el cardenal electo estudió en Polonia y Roma, donde obtuvo títulos en teología y liturgia sagrada. Antes de ir a Lodz para enseñar liturgia en seminarios locales y convertirse en prefecto del seminario diocesano, fue capellán de un hospital en Roma.

En 1998 regresó a la capital italiana para trabajar en la Oficina papal de celebraciones litúrgicas del Vaticano y como maestro de ceremonias litúrgicas desde 1999 hasta 2013, un período en el que se le puede ver junto a San Juan Pablo II y el papa emérito Benedicto asistiéndolos durante las misas papales.

Fue nombrado limosnero papal en agosto de 2013 y consagrado como obispo al mes siguiente, tomando como lema la palabra latina “misericordia”.

Mons. Krajewski dijo a los periodistas a finales de noviembre de 2013 que había sido uno de los cuatro hombres que vistió a St. John Paul después de su muerte en preparación para su funeral y capilla ardiente.

“Quizás esa es la razón por la que nunca me dediqué a orar intensamente por su beatificación, porque ya había comenzado a participar en ella”, dijo, hablando de su compatriota, a quien asistió por siete años.

Un aficionado al esquí y la natación en su Polonia natal —aficiones que comparte con el Papa santo— el cardenal electo dice que también trató de emular a San Juan Pablo con una vida dedicada a la oración para estar más cerca de Dios. Por eso celebra la Misa en la tumba del difunto Papa una vez a la semana y reza el rosario y escucha confesiones todos los días en una iglesia vecina dedicada a la Divina Misericordia.

Dice que el Papa Francisco le dijo una vez que nunca dejara de escuchar confesiones porque eso también es una especie de limosna.

A pesar de tener una vida mundana y agitada —repartiendo alimentos o bolsas de dormir, visitando enfermos y familias en crisis— Mons. Krajewski prefiere permanecer fuera del radar y evita dar entrevistas.

“Prefiero estar al margen, fuera del candelero público”, confesó a la revista católica Famiglia Cristiana en 2014, explicándoles por qué rechazaba una solicitud de entrevista. “La pobreza es algo serio, no algo que existe para uno darse publicidad”.

Pero lo que él sí no oculta es su fe.  “Es beneficioso para la Iglesia cuando no ocultamos a Dios, pero lo revelamos a través de nuestro estilo de vida”, dijo a la misma publicación. Hacer el bien “es algo contagioso”.