¿Por qué los seres humanos podemos amar y odiar a la misma vez con la misma intensidad? Nuestro lenguaje le da una respuesta simple. Decimos que del amor al odio solo hay un paso.
La Neurobiología, que estudia el cerebro, le da una explicación científica. Investigadores británicos Semir Zeki y John Paul Romaya, del University College de Londres, en un estudio realizado a través de escáneres a 17 hombres y 17 mujeres observaron que las mismas dos estructuras del cerebro de la subcorteza cerebral, el putamen y la ínsula, se activan tanto con el amor romántico como con el odio. “Igual que el amor, el odio a menudo parece ser irracional y puede conducir al individuo a conductas heroicas o malvadas.” (Estudio publicado en la revista de la Biblioteca Pública de Ciencia, PLoS One, 2008)
Los científicos también descubrieron una diferencia importante en la actividad cortical que producen tanto el odio como el amor. “Mientras que en el amor grandes partes de la corteza asociadas al juicio y razonamiento se desactivan, con el odio sólo se desactiva una pequeña zona”. En el amor romántico el amante pocas veces es crítico o juzga a la persona amada, mientras que el que odia utiliza su criterio y es calculador para hacer daño, herir o vengarse de la persona odiada. Otra diferencia es que el amor romántico está dirigido a una sola persona, pero el odio puede ser experimentado contra varios individuos o grupos, como en el caso del odio racial, político o sexual.
La historia de la humanidad ha sido y es una lucha entre el odio y el amor. En medio de una guerra civil sangrienta en los Estados Unidos (1861-1865) el entonces presidente Franklin D. Roosevelt dijo: “El valor del amor siempre será más fuerte que el valor del odio. Cualquier nación o grupo de naciones que emplea el odio eventualmente es destrozado por el odio”.
Interiormente todos experimentamos la lucha entre estos sentimientos. Los que seguimos a Jesús tenemos la solución. Todas sus enseñanzas están proyectadas al amor y a entender su verdadero significado. Él mismo lo ejemplifica: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3,16). “Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos.” (Juan 15,13). Nos da la pauta cómo luchar con nuestras inclinaciones y tentaciones. Nos deja el mandato del perdón y el amor hacia todos; y nos da la clave para llegar hasta el final. “Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre”. (Juan 15,10)
¿Y qué es el amor? “El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no es presumido ni orgulloso; no es grosero ni egoísta, no se irrita, no toma en cuenta el mal; el amor no se alegra de la injusticia; se alegra de la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera”. (1 Corintios 13, 4-7)
Seguir el mandamiento del amor es difícil y una lucha constante. Saber que la estructura de nuestro cerebro influye en nuestros comportamientos nos ayudará a entendernos mejor a nosotros mismos; nos llevará a entrar en nuestra alma, en nuestras emociones, y nos llevará a permitir que entre en estas áreas Aquél que experimentó nuestra humanidad caída. Jesús nos ha dado Su Santo Espíritu. Nos toca a nosotros decidir si queremos nutrir el odio, o nutrir el amor; si queremos vivir en el pecado; o luchar cada día por la santidad.