El editor emérito de The Tablet autografiará su libro y se reunirá con los feligreses en las iglesias de Brooklyn

BAY RIDGE – Para Ed Wilkinson, fue un viaje por el carril de los recuerdos.

Wilkinson, editor emérito de The Tablet, que pasó 50 años a cargo de la cobertura periodística de la diócesis de Brooklyn, ha escrito un libro, “Chasing Church News”, con fotografías que ha tomado a lo largo de las últimas cinco décadas – incluyendo instantáneas de figuras mundialmente famosas como la Madre Teresa y de católicos comunes celebrando su fe en la diócesis.

Wilkinson estrenó “Chasing Church News” en el almuerzo de Navidad del obispo, Mons. Brennan, en diciembre pasado, y está a punto de embarcarse en una gira de firmas de libros por toda la diócesis. Su primera parada será la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles de Bay Ridge, su parroquia natal, el domingo 29 de enero, después de la misa de las 9 de la mañana.

” Chasing Church News” se publicó para el nuevo programa de The Tablet, que ofrece a los lectores la oportunidad de formar parte de The Tablet y de su misión de cubrir las noticias desde una perspectiva católica.

La gente tiene una oportunidad única de recibir un ejemplar de “Chasing Church News”. Según el programa de afiliación del periódico, los lectores que se inscriban en el Nivel Benefactor por 500 dólares o en el Nivel Fundador por 1.000 dólares recibirán como regalo un ejemplar del libro de Wilkinson.

Además, los miembros podrán recibir un conjunto de ventajas que les convertirán en participantes activos de la comunidad de The Tablet, incluidas entradas e invitaciones a actos diocesanos especiales.

Al unirse, los lectores también estarán desempeñando un papel importante en el esfuerzo continuo por ayudar a preservar el periodismo católico.

Wilkinson, que se incorporó a The Tablet como reportero en 1970, fue nombrado editor en 1985. Se jubiló de The Tablet en 2018 y del DeSales Media Group, el ministerio de comunicación y tecnología de la diócesis, en 2020 – 50 años después de entrar por primera vez en las oficinas de The Tablet.

Calcula que tomó cientos de miles de fotografías durante sus años en el periódico y califica el esfuerzo de organizar el libro como una labor de amor.

“A medida que me acercaba a la jubilación, simplemente volví a mirar todas estas fotos que tenía”, dijo. “Disfrutaba mucho con la fotografía y sentía que tenía algunas buenas fotos. Así que debió de ser hace unos cinco años más o menos cuando empecé a apartar algunas”.

Mirando hacia atrás en su carrera, se dio cuenta de que “siempre me ha gustado la parte fotográfica del oficio porque sentía que estaba capturando momentos de la historia”.

Pero aunque Wilkinson tenía algunas de las fotos, no las tenía todas. Tuvo que ir a la caza de muchas de las fotos y negativos que buscaba, una caza que le hizo rebuscar entre los archivos de un almacén de Jersey City, donde The Tablet había trasladado muchos de sus documentos tras la supertormenta Sandy de 2012.

“Fui allí y, efectivamente, encontré todos mis negativos guardados”, añadió.

En ese momento, Wilkinson comenzó la minuciosa tarea de examinar las hojas de contacto de los negativos, año tras año. Como todo buen editor, se puso manos a la obra con un plan.

“Quería limitar el libro a una foto por año. Pero hubo un par de años en los que tenía más de una foto que pensé que debía utilizar porque me parecía que las fotos tenían un significado histórico”, explicó.

A medida que organizaba su tesoro de fotos, fue seleccionando sus favoritas.

“Hay fotos que pensé que captaban un momento concreto de la historia de la diócesis, como cuando el obispo [Francis] Mugavero cumplió 75 años en 1989”, dijo. “Estaba en el Borough Hall para una ceremonia y subió al escenario con el alcalde [Ed] Koch. Conseguí una bonita foto de los dos hablando antes de la ceremonia”, dijo.

La primera foto que los lectores ven en el libro muestra a feligreses marchando en un desfile de la Sociedad del Santo Nombre en Williamsburg. La última foto muestra a una mujer sola sentada en la catedral basílica de Santiago Apóstol con una mascarilla durante la pandemia.

Hay una foto de la Madre Teresa de 1992, cuando vino a Nueva York para hablar en la convención de los Caballeros de Colón en Manhattan.

También hay una imagen inquietante de palomas sentadas en una ventana rota de una iglesia de Bushwick que había caído en el abandono.

“Algunas personas se preguntan por qué la incluí”, admitió. “Pero para mí, decía algo sobre el cambio de la diócesis: que esas grandes iglesias antiguas en lo que antes eran barrios florecientes ya no existían”.

No todas las fotos tienen temas religiosos. Una de las favoritas de Wilkinson es una instantánea que tomó en los años 70 de un niño bebiendo agua de una boca de incendios.

Cuando Wilkinson empezó en 1970, el equipo fotográfico era muy diferente al actual.

“Cuando me incorporé a la plantilla de Tablet, utilizábamos unas viejas cámaras de caja. Pero se volvieron engorrosas”, recuerda. “Pasé a una cámara de 35 milímetros porque eran más fáciles de manejar. Creo que era una Honeywell Pentax”.

The Tablet trasladó sus oficinas en el año 2000. “Ya no teníamos nuestro propio cuarto oscuro, así que no podíamos revelar película. Eso nos obligó a pasar a la fotografía digital”, explicó.

Sin embargo, una cosa permaneció constante.

“Siempre me sentí especialmente orgulloso de mis fotos. Pensaba que era uno de mis puntos fuertes”, dijo. “Tenía mucho tiempo para hacer fotos, y siempre disfrutaba viendo los resultados a medida que llegaban”.

Wilkinson espera que los lectores adquieran un sentido de la historia al ver las fotos de ” Chasing Church News”.

“Me gustaría que fuera una instantánea de la vida de la iglesia en los últimos 50 años”, dijo. “Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Creo que es cierto”.

PRÓXIMAS FECHAS

Domingo 29 de enero:

Firma inicial en la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, en Bay Ridge, 7320 4th Ave., después de la misa de las 9 a.m.

Domingo, 5 de febrero:

Iglesia de San Andrés Apóstol, en Bay Ridge, 6713 Ridge Blvd., después de la misa de 9 a.m.

Domingo, 12 de febrero:

Iglesia de San Mel en Flushing, 26-15 154th St., después de la misa de 10:30 a.m.

Se programarán firmas adicionales en la Iglesia de San Anselmo en Bay Ridge, la Iglesia de Nuestra Señora Reina de los Mártires en Forest Hills y la Iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza en Middle Village.

Mario Reynoso, hacedor de memorias

MARIO DAVID REYNOSO nació en Guatemala y llegó a Estados Unidos en 1990 con su familia. Es fotógrafo profesional, con lo que ha continuado una tradición familiar: su abuelo paterno era fotógrafo y su padre también.

Foto: Cortesía de Mario Reynoso
Foto: Cortesía de Mario Reynoso

Desde siempre le gustó la fotografía, como muestran algunas fotos familiares en las que se ve a Mario, con unos 6 años, jugando con los estuches de las cámaras de su padre. “Las cámaras en ese tiempo eran de tanto cuidado que me dejaban jugar solo con los estuches”, comenta Reynoso, quien no solo heredó su gran pasión por su padre, pues su mamá trabajaba revelando fotos para Kodak en Guatemala.

“Desde que yo tengo conocimiento me gusta la fotografía y cuando vine a los Estados Unidos mi mayor sueño era tener mi propia cámara, algo que obtuve con mi trabajo. La compré en una tienda en Brooklyn, recuerdo que fue por Coney Island Avenue y allá llegué mirando los mapas del metro porque nunca había ido”, relata Mario recordando que aquella primera cámara era una Canon de 35 mm.

Mario David aprendió todo lo que sabe empíricamente a través de la experiencia adquirida a lo largo de los años. “Nunca fui a una escuela a estudiar, yo aprendí lo básico de mi papá como poner el rollo, enfocar y dar apertura”, sin embargo Mario constantemente busca nuevos métodos y tecnologías para aprender al ritmo que avanza la tecnología.

“Mi padre era fotógrafo de un pueblo llamado San Andrés Itzapa y yo me iba con él cuando tenía 12 o 13 años. Me decía: «Ve adonde tal señora y le entregas esto, ella te va a dar 2 quetzales». Entonces yo me iba a entregar las fotos que él tomaba”, recuerda con nostalgia. Mario también recuerda muy bien la primera vez que su padre le encomendó tomar las fotos de un matrimonio porque él tenía otro evento. Llegó el día y su padre ya le había explicado que de cada rollo de 36 fotos podía tomar 3 o 4 fotos más, pero nunca más de eso.

La gente empezó a llegar a la ceremonia, luego los novios y entre toma y toma el primer rollo se terminó. Puso el segundo rollo para registrar los momentos clave del sacramento del matrimonio de la feliz pareja, y luego el tercero en la fiesta. Al final solo dos de tres rollos fueron revelados pues el segundo no lo había puesto correctamente en la cámara así que no había ningún registro del matrimonio en sí.

“Fue una experiencia que me generó muchos nervios y me dio una gran lección, porque mi papá tuvo que regalar el trabajo. No lo cobró porque las fotos principales del momento no estaban. ¡Eso nunca más me volvió a pasar!”, asegura Mario.

Le digo que en cada boda el fotógrafo es el invitado que nadie conoce pero que todos esperan que sea el primero en llegar. “¡Es cierto!”, dice él. “A veces también le pregunto a mi esposa ¿cuántas veces hemos ido como invitados a una boda? Pues nunca, bueno ella sí, pero yo voy a trabajar porque mis amigos me dicen: «¿Será que puedes tomar las fotos?» Igual si yo no la llevara me sentiría incómodo porque ella es parte de mí”.

Hace cerca de 20 años, luego de haber trabajado como lavaplatos en el aeropuerto y como pintor algunos meses, Mario inició su carrera como fotógrafo profesional cuando alguien le preguntó si conocía a algún fotógrafo. “Pues yo”, respondió de inmediato. Y así fue el fotógrafo oficial en una fiesta de una quinceañera a la que conocía.

Mario no cobró por su trabajo pero ganó una amistad con ella y con su familia que todavía conserva. Un año más tarde fue contratado para trabajar en los quince años de la hija de una de las invitadas a aquella fiesta y allí la carrera de Mario despegó. La calidad de su trabajo se ha dado a conocer de voz a voz gracias a la satisfacción de sus clientes que siempre lo recomiendan.

El padre Pablo Sans: “el abuelo de todos”

SEGURAMENTE si en su familia hay una persona que cumple o está cerca de cumplir 90 años, estarán preparándole una gran celebración. Eso fue lo que hicieron los feligreses, sacerdotes y el equipo pastoral de la parroquia Nuestra Señora del Cenáculo  para celebrar los 90 años de vida del padre Pablo Sans.

Fotos: Darío López Capera.
Fotos: Darío López Capera.

El pasado 11 de junio se ofreció una misa en español y se brindó un almuerzo para celebrar el cumpleaños del padre Sans, quien nació el 6 de junio de 1927 en Sencelles, un municipio en Mallorca, España.

Es el cuarto de cinco hermanos. A los 11 años entró al Seminario Menor, a los 16 años fue a Cataluña para el noviciado. Se ordenó sacerdote el 15 de marzo de 1953 y ese mismo año viajó a Honduras.

En abril de 1953 llegó al Seminario Interdiocesano de San José en Tegucigalpa. Allí estuvo hasta 1961 cuando fue enviado a la Catedral de San Pedro Sula. “En 1963 regresé a España después de diez años de no estar en mi país”, cuenta el padre Pablo Sans.

En 1963 fue asignado a Monserrat Mission Chapel en Brooklyn, un año después llegó a la parroquia de San Pedro también en Brooklyn. En 1965 regresó a España donde estuvo dos años, en 1967 regresó a Estados Unidos, esta vez a Filadelfia, a la parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.

En 1968 volvió a la parroquia San Pedro. Allí bautizó a un niño que años después se haría sacerdote como él. “Yo bauticé a monseñor Anthony Hernández, actual canciller de la Diócesis. Fue en la parroquia de San Pedro en Brooklyn en 1968”. Cuatro años después llegó a la parroquia San Gabriel en Brooklyn y el 7 de julio de 1977 fue incardinado en la Diócesis de Brooklyn. “Fue algo que llenó de mucha alegría mi sacerdocio, estaba muy contento”, explica el padre Sans.

El padre Pablo Sans sigue siendo una persona activa, celebra misas en la parroquia y tiene planeado dos viajes internacionales a Honduras y España.
El padre Pablo Sans sigue siendo una persona activa, celebra misas en la parroquia y tiene planeado dos viajes internacionales a Honduras y España.

Siendo ya sacerdote diocesano fue asignado en 1979 a la parroquia Santa Inés en Brooklyn. En 1981 lo trasladaron a la parroquia Nuestra Señora de los Dolores en Corona, Queens, y en 1992 fue enviado a la parroquia Santa Rita en Long Island City.

El 13 de octubre de 1993 llegó a la parroquia Nuestra Señora del Cenáculo en Richmond Hill en Queens. Allí ha estado por 24 años y hoy sigue tan activo como cuando era párroco o vicario parroquial en algunas de sus anteriores asignaciones.

“Tengo un gran recuerdo de todos los  lugares donde he ejercido mi sacerdocio, las personas siempre han sido muy queridas conmigo”, recuerda emocionado el padre Sans. El padre Sans estaba muy agradecido por la celebración de sus 90 años, allí pudo sentir nuevamente el amor y la admiración de la comunidad.

Al padre Sans le encanta la fotografía, que fue por años uno de sus pasatiempos favoritos, igual que tocar el piano y ver programas deportivos en la televisión. Es un gran fanático del Real Madrid, y celebró la victoria del equipo en la Champions League, consiguiendo la duodécima copa. “Admiro mucho a jugadores como Raúl, Cristiano Ronaldo, Zidane y Di Stéfano”.

“Sigo trabajando, activo, como si no me hubiera retirado”, dice mientras nos cuenta que viajaría a Honduras para visitar Tegucigalpa, San Pedro Sula y Siguatepeque hasta el final de julio. “Allí me quedo en la casa de una familia que yo casé y bauticé a sus hijos”.Padre Pablo Sans 1

Su país siempre está en su corazón. “Todos los años voy a España, en agosto iré y regresaré el 2 de octubre”. Sin embargo agrega, “me gusta mucho Nueva York, aunque ya no voy a Manhattan, prefiero la tranquilidad de este vecindario”.

“Él es un hombre extraordinario, un gran ejemplo. Ha hecho grandes amigos aquí en la parroquia y en la comunidad, él bautizó a muchos niños, luego casó a algunos de ellos. Ha estado junto a las familias en los momentos felices como en matrimonios o en los tristes como en los funerales. Las personas vienen a confesarse con él porque ha sido parte de la vida de muchas de ellos. Él es muy devoto a la Iglesia y a las personas de esta parroquia, todos lo queremos mucho, es el abuelo de todos en la parroquia”, dice el padre Michael J. Lynch, párroco de la parroquia Nuestra Señora del Cenáculo.