Tras semanas de protestas a lo largo y ancho del país exigiendo justicia para todos por igual y un desembolso de fondos a las autoridades del orden del país, la firma presidencial de Donald Trump finalmente oficializó el primer paso de su administración hacia una reforma policial a nivel federal.
Rodeado de familias de víctimas de violencia policial y altos oficiales del orden, Trump dio pie el mes pasado a la orden ejecutiva que creará una base de datos de policías corruptos y oficiales que tienen historiales de abuso bajo el color de la ley, entre otras irregularidades.
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La orden también prohíbe la práctica de “estrangulamiento” durante arrestos, una técnica que ha causado numerosas muertes de afroamericanos en manos policiales, incluyendo las de Eric Garner, en 2014, y la de George Floyd el pasado mes de mayo que disparó la ola de protestas.
“Estos estándares (para el comportamiento de los policías) serán tan exigentes como sea posible”, indicó Trump en conferencia de prensa desde la Casa Blanca. “Haremos una reforma sin afectar a nuestros extraordinarios oficiales”, agregó.
Asimismo, reiteró su compromiso para trabajar con el Congreso y lograr “medidas adicionales”, en especial con el Senado, de mayoría republicana. “Pero este es un gran paso para renovar las comunidades”, concluyó.
