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Una conversación con el representante del Papa

Monseñor Christophe Pierre habla en entrevista exclusiva para Nuestra Voz

MONSEÑOR CHRISTOPHE PIERRE es el nuncio apostólico en Estados Unidos, es decir, es el embajador del Santo Padre en este país. Es un hombre afable que habla un español fluido y natural. El pasado 17 de junio fue el celebrante y predicador de la misa de apertura de la Cumbre Bíblica Católica de Nueva York. Y aprovechamos la oportunidad para entrevistarlo.

Fotos: Elimelec Soriano
Fotos: Elimelec Soriano

Le recordé que alguna vez lo vi cuando estaba trabajando en La Habana a fines de los ochenta. Me contó que al llegar a Cuba no sabía español, que allí lo había aprendido.

Le dije que por suerte él pronunciaba el español correctamente, no como solemos hacerlo los habaneros. Para mi sorpresa, monseñor Pierre se sonrió y me respondió con tres o cuatro frases en “cubano”, es decir, con la pronunciación típica de La Habana.

Ese fue el inicio de una grata conversación:

Jorge I. Domínguez: Monseñor, Ud. vino a Nueva York para participar en la Cumbre Bíblica Católica. ¿Es una oportunidad para alejarse de la diplomacia y estar con la gente?

Monseñor Christophe Pierre: Bueno, la diplomacia del Vaticano es una diplomacia muy especial. Yo soy, ante todo, un sacerdote, un obispo. Y me da mucho gusto ser invitado a esta Cumbre porque, como sacerdote, lo que más me gusta es evangelizar, anunciar la palabra de Dios. Cuando me invitan a celebrar la Eucaristía, a predicar, me siento feliz.

Y también porque el tema de esta cumbre es “discípulos misioneros: proclamar la palabra de Dios al mundo entero”. Como discípulo —y yo soy un discípulo de Jesús— soy misionero. Mi trabajo, en todos mis contactos con los políticos, con los sacerdotes, con la gente, es anunciar el Evangelio.

JID: Hay teólogos que dicen que tras la Conferencia de Aparecida, la Iglesia de América Latina pasa de ser una iglesia receptora de ideas a ser una “iglesia fuente”. ¿Está de acuerdo?

fullsizeoutput_cc6Mons. Pierre: Totalmente. Y lo ha sido más con la elección del Santo Padre Francisco, que es un hombre de América Latina, que es un fruto de Aparecida.

He visto durante nueve años los frutos de Aparecida, cómo ha ayudado a los obispos a tomar consciencia de que hay en el mundo de hoy, particularmente en América Latina, ese cambio cultural de secularización, que hace más difícil transmitir la fe, los valores de la fe, de una generación a otra.

Hay como una ruptura en la tradición. Tradición significa “transmitir”. Y los obispos dijeron: “Bueno, tenemos que «reinventar» la Iglesia, hacer que Iglesia donde la gente —los jóvenes— puedan tener un encuentro con Cristo, transformarse en discípulos de Jesús para anunciar el Evangelio y ser misioneros, a través del testimonio de la
vida. Y eso lo he visto en el trabajo pastoral de los obispos en mis nueve años en México.

JID: ¿Esa necesidad de renovación también es válida para Estados Unidos?

Mons. Pierre: Exactamente. En las sociedades tradicionales como México, donde prácticamente la sociedad es culturalmente católica, una persona se encontraba con Jesús a través de la vida de la Iglesia. Hoy, en un mundo más secularizado, como es el caso aquí en Estados Unidos, hace falta una provocación; una provocación de los cristianos a las personas que todavía no conocen a Jesús. Esa provocación la deben hacer los padres de familia, los maestros católicos, en su lugar de trabajo, en todos los lugares, para que las personas puedan tener una experiencia y cambiar su vida.

Si una persona no ha tenido un encuentro personal con Jesús, nunca va a ser capaz de transmitir esa experiencia a otros. Ese es el reto. Ya tengo un año aquí en Estados Unidos y veo que ese reto existe. Es como dicen aquí, un “challenge” muy grande.

JID: Usted pasó nueve años en México y ayudó a preparar la visita del Santo Padre. ¿Qué impresión se llevó de México, de la fe del pueblo mexicano, y de la visita del Papa?

Mons. Pierre: México es un país maravilloso, es un país de gran calor humano, pero lo que más me ha DSC_0160impresionado es ver una fe inculturada. ¿Qué significa esto? Una fe que se vive dentro de la cultura, la cultura del pueblo. El papa Francisco viene de esa experiencia, de una cultura muy marcada por la fe. Se manifiesta en la vida de todos los días, en las expresiones de la gente, en las procesiones, en la fe popular, pero también en los valores con que la gente vive día a día. Y eso se transmite de padres a hijos, de maestros a estudiantes, de sacerdotes a feligreses. Esa inculturación es muy importante. Si la fe no entra en la cultura, en la vida, es un hecho fuera de la realidad.

También en Estados Unidos la Iglesia se llena de personas que también vienen de América Latina. Eso tampoco es una casualidad. El Espíritu Santo trabaja así, pero a condición de que los hispanos sean conscientes de su papel de discípulos y misioneros en esta nueva sociedad y en esta nueva cultura para ayudar en este nuevo contexto a inculturar la fe.

JID: ¿Qué les querría decir a nuestros lectores, los católicos hispanos de Brooklyn y Queens?

Mons. Pierre: Cada grupo de emigrantes ha tenido esa experiencia de salir de su país, de su propia cultura, de entrar en otro mundo. Siempre es una aventura, yo lo he vivido también con mi familia. Hay que dejar muchas cosas, pero también es una riqueza. Hay que inculturarse en un nuevo mundo. Sé las dificultades que tienen los emigrantes, particularmente los hispanos.

Pero yo quiero decirles a ustedes que vienen de tantos países de América Latina que no se olviden de su cultura —y la cultura es todo lo que nos ha hecho como persona humana: las costumbres, el modo de pensar, el modo de ver la realidad— para poder insertarse en este nuevo mundo sin perder los valores que hemos recibido por tradición.