BROOKLYN—. En apenas un mes, del 20 al 23 de septiembre de 2018, representantes de las diferentes regiones del país se reunirán en Grapevine, Texas, para celebrar el V Encuentro Nacional del Ministerio Hispano. Entonces concluirá un proceso de debate que se ha venido desarrollado desde hace más de un año desde el nivel parroquial hasta el regional.
Si existía alguna duda, en ese momento quedará demostrado que el futuro —y el presente— de la Iglesia católica al norte del Río Bravo está inextricablemente unidos al carisma religioso aportado por sus emigrantes de la América hispana.
Esta celebración de tres días es la continuidad de un sueño que cumple 46 años, cuando los primeros líderes católicos se reunieron por primera vez en 1972 para llamar la atención sobre la presencia hispana en la Iglesia que peregrina en los Estados Unidos.
La diferencia 18 años después del Encuentro anterior, realizado en la bisagra del nuevo siglo, es que el V Encuentro ha recibido en todos los niveles pleno apoyo de la alta jerarquía eclesiástica. Puede decirse sin temor a duda que no se trata de la reunión de una minoría periférica, sino de una celebración mainstream.
“Creo que este cambio se debe en gran medida al liderazgo de los obispos”, reflexiona Mons. Octavio Cisneros, Obispo auxiliar de Brooklyn y Representante Episcopal de la Región II para el V Encuentro.
“Cuando comenzamos solo había un obispo hispano: Mons. Patrick Flores, en San Antonio, Texas. El primer encuentro, de 1972, fue una manera de decir ¡ah, caramba, estamos aquí! Surge a raíz de las conferencias del CELAM en Latinoamérica. Es el tiempo de la teología de la liberación, un momento convulso y de gran activismo dentro de la iglesia latinoamericana”, recuerda Mons. Cisneros.
“Ahí es que el pueblo hispano empieza a definirse. El segundo encuentro va formando un poco más ese perfil. Se abren oficinas pastorales en las regiones, se nombran algunos obispos hispanos. El tercer encuentro fue central porque se estableció a nivel de la Conferencia Episcopal una oficina para hispanos, y se creo un plan pastoral… Ahora tenemos más de 35 obispos y un sentido más claro de nuestra identidad dentro de la Iglesia estadounidense. ¡Y no son solo los obispos. También han surgido líderes laicos más preparados!”, resume en pocas palabras estas cuatro décadas Mons. Cisneros.
La experiencia de la Región II: Hispanos en el corazón de la Iglesia.
Una muestra de lo que puede esperarse del V Encuentro Nacional en Grapevine fue el encuentro de la Región II, celebrado del 22 al 24 de junio, en Albany, Nueva York.
En esa reunión preparatoria los representantes hispanos de la arquidiócesis de Nueva York, y las diócesis de Albany, Brooklyn, Buffalo, Ogdensburg, Rochester, Rockville Centre y Syracuse, discutieron la propuesta regional que presentarán en Texas.
De la presencia y activa participación durante esos días de sus obispos puede deducirse la importancia que este evento tuvo en las agendas diocesanas. Acompañando a los más de 300 líderes hispanos, estuvieron Mons. Edward B. Scharfenberger, obispo de Albany; Mons. Nicholas DiMarzio, obispo de Brooklyn; Mons. Richard J. Malone, obispo de Buffalo; Mons. Octavio Cisneros, obispo auxiliar de Brooklyn; Mons. Robert J. Brennan, obispo auxiliar de Rockville Centre; y Mons. Richard G. Henning, recién electo obispo auxiliar de Rockville Centre.
El cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, además de estar presente a través de Mons. Peter J. Byrne, obispo auxiliar de Nueva York, envió un mensaje en video.
El encuentro regional de Albany fue además inaugurado por el arzobispo Christophe Pierre, nuncio apostólico en los Estados Unidos, quien en su discurso principal trasmitió un “cálido saludo lleno de cercanía espiritual y afecto paternal del Papa Francisco”.
Para Mons. Pierre el V Encuentro es “un hito importante” en la vida de la Iglesia en Estados Unidos que está siguiendo muy de cerca, y una oportunidad para “identificar los dones y talentos que pueden ser útiles en la misión evangelizadora; y ofrece la oportunidad de escuchar las voces de quienes están al margen y de las diferentes culturas y pueblos para que la Iglesia se enriquezca y muestre la belleza del Señor”.
Durante esos días los delegados de las ocho diócesis, que representan algunas de las 322 parroquias que sirven a la comunidad hispana, crearon ocho grupos de trabajo para discutir el documento de trabajo regional y producir el último borrador del documento que el estado de Nueva York presentará en septiembre en Grapevine. Estas comisiones incluyeron tópicos esenciales del trabajo pastoral, que van desde Evangelización hasta Catequesis, Ministerio de la Juventud e Inmigración.
Mons. DiMarzio, quien ha sido un campeón de los derechos de los inmigrantes, formó parte de la comisión interdiocesana que cubrió este importante y álgido tópico. Sobre el mensaje que la Región II lleva a Texas dijo a Nuestra Voz:
“Hay muchos mensajes, pero en general, básicamente, que la bienvenida al inmigrante es importante y que la iglesia necesita ser tal vez más explícita sobre lo que está haciendo en ese sentido, porque muchas personas no lo entienden. Es por eso que hablamos sobre mantener una mayor comunicación con los medios. Tenemos que ser un poco más enérgicos porque muchos hispanos no sienten que tal vez la Iglesia esté defendiendo a los inmigrantes como debería. A pesar de que lo estamos haciendo, no lo estamos haciendo de manera que sea realmente comprensible para las personas”.
Reflexionando sobre la necesidad de tener un impacto más efectivo en las políticas y, finalmente, ayudar a dar forma a una reforma migratoria más integral y compasiva, el obispo DiMarzio hace un llamado a los católicos.
“Necesitamos el respaldo de más personas, porque la Iglesia puede abogar por los inmigrantes, pero cada obispo solo tiene un voto como ciudadano. Sin el apoyo de la gente no podemos influir en los legisladores. Por eso estamos extendiendo nuestro esfuerzo para llegar a aquellos lugares donde incluso no haya muchos hispanos, para informar a los obispos y las diócesis y que ellos ayuden a las personas a entender este dilema moral. Porque no nos enfrentamos a un problema político, sino a un problema moral.
Los hispanos no están en la periferia
Para el diácono Jorge González, copresidente del comité organizador del Encuentro Regional, el evento superó sus expectativas. “No solo considerando el número de delegados que asistieron, que fueron más de 300, la presencia de los obispos de todas las diócesis, obispos auxiliares, sacerdotes y diáconos, sino sobre todo porque la energía, el entusiasmo y el ambiente de trabajo fraterno entre los diferentes ministerios, superan nuestras expectativas teniendo en cuenta el anhelo de los delegados de contribuir, de participar, de no ser un simple cuerpo sino un grupo de personas que viene con ideas concretas y claras, con una misión en nombre de sus diócesis para ser escuchadas. Aparte de eso, desde hace muchos años no hemos tenido una experiencia regional como esta, al menos entre los hispanos. Creo que esto ha renovado la esperanza incluso para algunos escépticos, que tal vez pensaban que este sería otro evento en el que no podríamos producir nada en concreto”.
El diácono González también reveló que junto con la Sra. Wanda Vásquez, directora de la Oficina del Ministerio Hispano de la Arquidiócesis de Nueva York, quien encabeza la región, piensan que “una vez que hayamos elaborado el documento de trabajo final que tenemos que enviar al Encuentro Nacional en Texas, podríamos reunirnos nuevamente, la Arquidiócesis junto con las diócesis de Brooklyn y Rockville Centre para organizar un evento si no anual al menos cada dos años, enfocado principalmente en la Juventud”.
Uno de los mensajes principales de este Encuentro regional es que “los hispanos no están en la periferia, sino que son parte del corazón de la Iglesia en los Estados Unidos”, concluye el diácono González.
Lo que parecía una iniciativa quijotesca hace medio siglo ahora es una vibrante realidad. Grapevine, Texas, parece estar destinado a marcar un antes y un después en la Iglesia Católica en los Estados Unidos.