ROMA (Por Anne Condodina/CNS)—. En tiempos de progreso tecnológico y científico “deberíamos avergonzarnos” por no haber avanzado lo suficiente en “humanidad y solidaridad” para alimentar a los pobres del mundo, dijo el papa Francisco.
“No podemos consolarnos tampoco por haber hecho frente a las emergencias y las situaciones desesperadas de los más necesitados. Todos estamos llamados a ir más allá. Podemos y debemos hacerlo mejor con los desvalidos”, dijo el papa en un mensaje a los líderes mundiales que asistían a una reunión de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Roma.
La ceremonia de la Jornada Mundial de la Alimentación el 16 de octubre conmemora la fecha de la fundación de la organización en 1945 para atender las causas del hambre mundial.
El tema para el 2018 es “Nuestras acciones son nuestro futuro. Un mundo sin hambre para el 2030 es posible”. La agenda para el 2030 busca acabar con la hambruna, lograr seguridad alimentaria y mejorar la nutrición así como promover la agricultura sostenible.
Los programas locales son tan importantes como los compromisos mundiales para eliminar el hambre, dijo el papa Francisco durante su mensaje.
“De nada sirven los indicadores globales si nuestro compromiso no responde a la realidad existente”, dijo el papa. “Esto tiene que hacerse dentro del contexto de un adecuado soporte institucional, social y económico que ofrezca soluciones e iniciativas fructíferas, para que los pobres no sigan sintiéndose ignorados”.
Según el informe Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo de 2018 de la FAO, la hambruna a nivel mundial está aumentando otra vez y más de 820 millones de personas están sufriendo desnutrición crónica.
El papa pidió políticas de cooperación para el desarrollo que estén orientadas a satisfacer las necesidades de la gente: “La lucha contra el hambre reclama imperiosamente una generosa financiación, la abolición de las barreras comerciales y, sobre todo, una mayor adaptación para encarar el cambio climático, las crisis económicas y los conflictos bélicos”, dijo.
El papa agregó que aunque uno puede soñar con un futuro sin hambre es solo razonable hacerlo “si nos empeñamos en procesos tangibles, relaciones vitales, planes operativos y compromisos reales”.
Manifestó que los pobres esperan una ayuda real de los líderes mundiales, “no meras propuestas o acuerdos”.
Sin embargo, eso no solo requiere decisiones políticas y planificación eficaz, sino también una visión más activa y sostenible a largo plazo de parte de los líderes mundiales, dijo el papa Francisco.
“Olvidamos de este modo la dimensión estructural que esconde el drama del hambre: la extrema desigualdad, la mala distribución de los recursos del planeta, las consecuencias del cambio climático o los interminables y sangrientos conflictos que asolan muchas regiones”, subrayó.
“Alguno puede decir que aún tenemos 12 años por delante para llevarlo a cabo” para lograr la meta de 2030, reconoció el papa. Pero “los pobres no pueden esperar. Las terribles condiciones en que viven, no lo permiten”.