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Víctimas de esclavitud moderna centro del Vía Crucis

CIUDAD DEL VATICANO (Por Carol Glatz/CNS)—. El papa Francisco le ha pedido a una religiosa italiana que ha estado al frente de la lucha contra la trata de personas, que escriba las meditaciones del Vía Crucis que el presidirá en Roma.

Sor Eugenia Bonetti, misionera de la Consolata, de 80 años, preparará los textos para el servicio nocturno del 19 de abril, Viernes Santo, en el Coliseo de Roma, dijo Alessandro Gisotti, director interino de la oficina de prensa del Vaticano, el 5 de abril.

Según Gisotti, “el sufrimiento de tantas personas, víctimas de la trata de seres humanos, será una parte central de las meditaciones”, las cuales tienen por objeto ayudar a los participantes a caminar tras las huellas de Cristo y reflexionar sobre los pecados y sufrimientos actuales y cómo los cristianos deben responder.

Cada año, el papa le pide a una persona distinta que escriba los comentarios y oraciones.

La hermana Bonetti es líder entre las mujeres religiosas que trabajan contra la trata de personas. Inició y lideró las iniciativas contra el tráfico para la Unión Italiana de Superioras Generales y ayudó a educar a representantes en Italia y los Estados Unidos sobre este flagelo.

El Papa Francisco saluda a la Hermana Eugenia Bonetti, misionera de Consolata, en esta foto de archivo del 2 de diciembre de 2014. El Papa Francisco pidió a Sor Eugenia, veterana activista contra la trata de personas, que escribiera las meditaciones para la celebración del camino del calvario del Viernes Santo, el próximo 19 de abril de 2019. (CNS / Paul Haring)

La oficina anti-tráfico de las superioras religiosas italianas que ella estableció, capacita y conecta a las congregaciones religiosas y otra gente alrededor del mundo para brindar apoyo y servicio a las víctimas así como también prevenir la trata de personas por medio de ayuda a poblaciones que, en sus países de origen, son vulnerables de ser objeto de esclavitud.

La hermana fue honrada por el Departamento de Estado en 2004 con “el Premio a la Heroína en cuanto a trata de personas” por su trabajo y en 2007 se le otorgó el premio “Mujer de Valor” del Departamento de Estado por ayudar a “crear un cambio transformador” y establecer “un ejemplo positivo para mujeres líderes emergentes a nivel mundial”. En 2014 recibió el más alto honor de Italia cuando el presidente italiano Giorgio Napolitano la condecoró con la Orden de Mérito.

Actualmente, Sor Eugenia es presidente de la asociación italiana “No más esclavos” (Slaves No More), la cual se enfoca en ayudar a reconstruir la vida de mujeres y niños forzados al tráfico sexual y aquellos que son víctimas de otras formas de abuso, violencia y discriminación.

En 2013, ella le pidió al papa Francisco ayuda para incrementar la toma de consciencia de la iglesia sobre el problema del tráfico humano, estableciendo un día mundial de oración y ayuno.

“El papa estaba muy interesado en nuestra sugerencia y nos preguntó en qué fecha nos gustaría que sea la jornada”, dijo la hermana Bonetti a Catholic News Service en ese momento. Ella contó que le respondieron al papa para hacerlo el 8 de febrero –el día de la fiesta de santa Josefina Bakhita, una esclava sudanesa que fue liberada en Italia y se convirtió en monja a final del siglo XIX.

Al año siguiente, el papa Francisco le pidió a las Uniones Internacionales de Superiores Generales de congregaciones religiosas femeninas y masculinas que promuevan la iniciativa. La Jornada Internacional de Oración y Concientización contra el Tráfico Humano, se celebró por primera vez el 8 de febrero del 2015.

Cuando discutió en 2014 sobre sus dos décadas de lucha contra la trata de personas, la hermana Bonetti dijo que la única forma de ayudar a las víctimas o personas en riesgo es buscarlos y hacer “un contacto directo”, razón por la cual ella y su comunidad recorren las calles de Roma bien noche y les hablan a las mujeres extranjeras que han llegado a la prostitución a través de la trata de personas.

“Les decimos que hay una alternativa” y que pueden ser liberadas — contó.

“Entramos en comunión con ellas, sin juzgarlas, sin condenarlas, tratando de entender realmente su situación y tenderles una mano”, subrayó.