Era el momento que muchos católicos en la Diócesis de Brooklyn habían estado esperando durante meses.
El martes 26 de mayo, las iglesias comenzaron a reabrir sus puertas de manera cautelosa, permitiendo solo que pequeños grupos de personas entren y recen. Si bien todavía no pueden celebrarse misas, la reapertura de las iglesias en Brooklyn y Queens se tomó, por primera vez, como un signo positivo de que las cosas podrían estar regresando a la normalidad desde que comenzó la pandemia del coronavirus.
“Me siento agradecida y sobrecogida. Parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que puse un pie en la iglesia”, confesó Barbara Piekarz a The Tablet mientras estaba frente a St. Patrick, en Bay Ridge, esperando a que abrieran sus puertas al mediodía.
Barbara Piekarz, quien reconoció que no le molesta ver la misa dominical en NET-TV, espera con ansias el momento en que la misa se reanude en la iglesia, donde ha sido feligresa por muchos años. “Si tu fe es fuerte, es fuerte”, dijo.
El feligrés Frank Eugenis pasó para encender una vela. “Creo en Dios y estoy feliz de que la iglesia esté abierta”, dijo.
El obispo Nicholas DiMarzio anunció el 22 de mayo que las iglesias en Brooklyn y Queens podrían comenzar a reabrir el 26 de dicho mes. Las iglesias, que han permanecido cerradas desde el 20 de marzo, estarán abiertas solo para la oración personal, así como para bautizos, bodas y funerales con asistencia limitada de 10 o menos personas.
Los sacerdotes que no consideren que su parroquia esté lista para la nueva medida, pueden prorrogar su reapertura.
En la iglesia St. Patrick estaban listos, y los feligreses vinieron a rezar y visitar su parroquia una vez más.
Eddie Connors se arrodilló en un banco de la iglesia y, Rosario en mano, comenzó a rezar. “Se siente bien”, dijo.
Barbara Slattery, otra feligresa, dijo que estaba feliz de ver las iglesias abiertas, pero expresó su preocupación por las estrictas medidas esbozadas por la diócesis.
“Creo que es maravilloso que las iglesias estén abriendo nuevamente. Pero 10 personas en una iglesia tan grande como la nuestra son muy pocas”, dijo, refiriéndose a las restricciones vigentes. “Creo que es una regla demasiado estricta. Preferiría que permitieran el 25 por ciento de la capacidad del templo”.
El padre Gerard Sauer, párroco de St. Patrick, dijo que está agradecido y aliviado de abrir las puertas de la iglesia nuevamente.
“La casa de Dios es como el hogar para muchos de nosotros. Es un lugar al que vienes en busca de refugio”, dijo a The Tablet. “Y es el lugar al que vienes cuando estás agradecido y quieres expresarlo”.
El padre Sauer era un joven sacerdote en St. Patrick durante las secuelas de los ataques terroristas del 11 de septiembre y ayudó a consolar a los feligreses que perdieron amigos y seres queridos en el World Trade Center.
“Aquí estoy de nuevo en St. Patrick, durante esta otra crisis”, dijo.
Abrir las puertas de la iglesia para la oración personal y la adoración al Santísimo es el primero de un proceso de tres fases hacia una reapertura total en la Diócesis de Brooklyn. La segunda fase permitirá que se celebre misa diaria y la tercera cuando se reabran las iglesias para la misa dominical.
Las fechas para la implementación de las fases segunda y tercera aún no se han anunciado y dependerán de si disminuye el número de casos de COVID-19 en Brooklyn y Queens.
La diócesis tiene que “actuar como parte de la sociedad en la que estamos”, dijo el obispo DiMarzio a The Tablet. “Cuando las métricas nos indiquen que podemos pasar a otra fase, lo haremos”. Las áreas ubicadas dentro de la diócesis han estado en el epicentro del brote.
“Brooklyn y Queens fueron duramente golpeadas. Todos conocen a alguien que fue afectado”, dijo Mons. DiMarzio. “Han sido meses difíciles para los católicos de Brooklyn y Queens. Si bien todavía no podemos celebrar la misa, es bastante significativo que ahora podemos entrar a orar”. Se aplicarán medidas estrictas en la primera fase: las iglesias solo estarán abiertas durante cuatro horas al día, se requiere el uso de mascarillas faciales, solo se utilizará una puerta para entrar a la iglesia (las otras puertas estarán disponibles para salir en caso de emergencias), y todos dentro de la iglesia deberán mantener el distanciamiento social. Los ministros de hospitalidad o voluntarios estarán presentes para ayudar a los feligreses con el cumplimiento de las reglas de distanciamiento social.
Además, los feligreses no podrán tocar ninguna de las imágenes de la iglesia, ni habrá agua bendita en las pilas de la iglesia y se recogerán los cantorales de los bancos para evitar que las personas los toquen.
Mons. DiMarzio admitió que tomó “un poco de esfuerzo” garantizar que las iglesias pudieran reabrir, incluso a un pequeño número de personas, pero está ansioso por pasar a la etapa en que las iglesias puedan acomodar aún más fieles.
“Tener 10 personas en iglesias grandes realmente no tiene mucho sentido”, reconoció Mons. DiMarzio, y agregó que respetando el distanciamiento social, “podemos recibir a más personas”.
Algunos otros aspectos de la vida en la diócesis también están progresando. La misa crismal (Santo Crisma), celebración en la que se bendicen los óleos sagrados que se usan durante todo el año, tendrá lugar a mediados de junio y cuatro sacerdotes serán ordenados el 27 de junio.
La reapertura de las iglesias ha sido un proceso de varias semanas. A principios de mayo, Mons. DiMarzio formó un comité especial para ayudarlo a desarrollar una propuesta.
El obispo le pidió a Joseph Esposito, ex comisionado de gestión de emergencias de la Ciudad de Nueva York, que presidiera dicho panel.
“Los riesgos son grandes, por eso tenemos que hacer las cosas bien la primera vez”, dijo Esposito, quien también es Jefe de Departamento retirado de la policía de Nueva York.
El obispo DiMarzio dijo que le gustaría que las iglesias estuvieran celebrando su misa dominical a mediados de julio, pero advirtió que los feligreses tendrán que acostumbrarse a los cambios debido a las precauciones contra el virus.
“No será lo mismo”, admitió Mons. DiMarzio.