De su experiencia en Irak en 2018, Mons. Kieran Harrington no se detiene a calcular la escala o el momento más significativo del viaje del papa Francisco a Irak.
Más bien, es el hecho de que el Sumo Pontífice haya estado ahí. “El problema fundamental para tantos cristianos en Irak es que están solos. Por eso la visita del Papa fue tan importante porque, con la presencia del Santo Padre, sabían que no estaban solos. Que, en su sufrimiento, no estaban solos”, dijo a Nuestra Voz Mons. Harrington, asistente eclesiástico de Ayuda a la Iglesia necesitada (Aid to the Church in Need), el pasado 8 de marzo.
Mons. Harrington, quien también es vicario de comunicaciones de la Diócesis de Brooklyn y director editorial de Nuestra Voz, visitó Irbil, Telskuf, Qaraqosh y Ankawa en un año sabático, en 2018.
En ese momento, ya se había derrotado al Estado Islámico y había comenzado el proceso de reconstrucción. Una cosa que recuerda del viaje fue la alegría de los cristianos iraquíes a pesar de todo lo que habían soportado.
Recuerda eventos como las ceremonias de la Primera Comunión y las grandes reuniones parroquiales en el campo iraquí plagadas de oración y camaradería. Mons. Harrington señala, sin embargo, que a pesar de la alegría de la gente, “el trauma de la guerra no desaparece”.
A muchas personas todavía les gustaría salir de Irak, pero no pueden hacerlo debido al riesgo y al tiempo que les tomará rehacer sus vidas en otro país.
Por esa razón, dijo que era importante para los cristianos iraquíes escuchar las alentadoras palabras del papa Francisco de que su decisión de quedarse era noble, ya fuera o no su elección.
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“Las personas tienen que ser empoderadas, recordárseles que lo que están haciendo —incluso cuando no tienen la capacidad de tomar decisiones— es una decisión heroica”, dijo Mons. Harrington. “Tal vez quedarse no sea tanto una elección, pero necesitan percibirlo como una elección, o de lo contrario la vida se vuelve insoportable”.
Mons. Harrington también ve el encuentro del papa Francisco con el Gran Ayatolá Ali al-Sistani, el máximo clérigo del Islam chiita, como un símbolo importante. Es una oportunidad en la que los cristianos podemos ser un “constructor de puentes” entre los musulmanes sunitas y chiitas que todavía están en conflicto.
“Cuando [los cristianos iraquíes] eligen contra el odio y toman el camino del amor, esto se convierte en un testimonio notable para el resto del mundo”, dijo a Currents News. “Creo que esto es lo que el Santo Padre ha estado animando a hacer a los cristianos en esa parte del mundo”. En cuanto a las formas en que los cristianos que viven en países del primer mundo como los Estados Unidos pueden ayudar a los cristianos iraquíes, Mons. Harrington dijo que la oración es lo primero que pedirían.
Después de la oración, sugiere contribuciones financieras para ayudarlos a continuar la reconstrucción y brindar los servicios sociales necesarios. Y por último, que intercedan por ellos.
En un comunicado el lunes 8 de marzo, el presidente Joe Biden calificó el viaje del papa Francisco como “un símbolo de esperanza para el mundo entero”; escribiendo sobre lo que había hecho el Santo Padre: “Envió un importante mensaje de que la fraternidad es más duradera que el fratricidio, que la esperanza es más poderosa que la muerte, que la paz es más poderosa que la guerra”.
En respuesta a los comentarios, Mons. Harrington recordó la frase “quien rompe paga”, dicha por Colin Powell, exsecretario de Estado durante la presidencia de George W. Bush.
Su punto era que cuando Estados Unidos derrocó a Saddam Hussein, independientemente de lo malvado que fuera, la relativa paz y tranquilidad que proporcionó a las comunidades cristianas se hundieron con él.
“Independientemente de los méritos de si deberíamos haber estado allí o no, somos dueños de su sufrimiento y eso requiere que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para aliviar el sufrimiento de los que están allí”, añadió Mons. Harrington. “Creo que lo más importante para aliviar el sufrimiento de alguien es hacerlo sentir que no está solo. Puedes acompañar en el sufrimiento. Lo que creo que Estados Unidos no puede hacer es abandonar al pueblo de Irak”.
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