Una de las objeciones más comunes que los católicos reciben por parte de los protestantes, es la de negar la posibilidad de que los santos, incluida la Virgen María, puedan interceder por nosotros delante de Dios.
Recuerdo que una vez me tocó presenciar como un ministro protestante Biblia en mano, recriminaba a un grupo de jóvenes por rezar a los santos, especialmente a la Virgen, dando como testigo de esto el pasaje de la escritura (1 Tim. 2,5) donde se nos dice que hay un solo Dios, y un único mediador, que es Cristo.
Según él, los santos no pueden ser intercesores y por lo tanto, concluía el amigo protestante, no hay que rezarles.
¿Es esto verdad?
En primer lugar, hay que decir que los católicos también creemos que Jesucristo es el Único Mediador de Salvación. Cuando en la Escritura se nos dice que Cristo es el Único Mediador, se entiende de esta forma: no hay salvación sino en Él y por Él.
Él es el único salvador de los hombres; ¿y los santos? Los católicos no creemos que los santos sean los salvadores.
Nosotros creemos que ellos nos ayudan a salvarnos intercediendo (pidiendo) por nosotros delante de Cristo, único salvador de los hombres.
Cuando nosotros rezamos a los santos, es para pedirles que ellos, amigos de Cristo, hablen de nosotros a Jesucristo, pidan por nosotros a Jesucristo y nos obtengan las gracias intercediendo por nosotros delante de Cristo porque así nos lo enseña la Santa Iglesia y nos lo muestra la Biblia.
Veamos algunos ejemplos bíblicos.
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Las bodas de Caná: el primer milagro obrado por Jesucristo fue realizado porque María santísima se lo pidió (leer Jn 2,1-11). María intercedió delante de Jesucristo a favor de los esposos en aquella boda: “Y, como faltaba vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice su madre a Jesús: ‘No tienen vino’…” y Cristo realizó el milagro, que además fue el primero de todos, adelantando su hora y esto porque su Madre se lo pidió.
Los protestantes al rechazar la intercesión de la Virgen o desconocen este pasaje bíblico o están explícitamente negado la Sagrada Escritura por seguir sus propias tradiciones e interpretaciones. Nunca lo olvidemos: El primer milagro de Jesucristo fue hecho por pedido o intercesión de la Virgen.
Encontramos también, que los apóstoles fueron mediadores delante de Dios por medio de su oración, es decir intercedieron para obtener gracias. Así por ejemplo, la Sagrada Escritura nos cuenta como San Pedro devolvió la vida a Tabita, orando por ella: “Pedro los hizo salir a todos, y se arrodilló y oró; luego, mirando a la muerta, dijo: —¡Tabitá, levántate! Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se sentó. Él la tomó de la mano y la levantó; luego llamó a los creyentes y a las viudas, y la presentó viva. (Hch. 9,40-41). Pedro rezó, es decir, intercedió y Dios hizo el milagro.
Finalmente hay que saber, que la Sagrada Escritura nos invita a todos a ser intercesores: Oren unos por otros, intercediendo a favor de todos los santos” (Ef 6,18). Por lo tanto, si yo puedo interceder por otra persona, también puedo pedir a otros que intercedan por mi rezando y pidiendo por mis necesidades. Esto vale mucho más para los amigos de Jesucristo que son los santos: ellos pueden interceder por nosotros más eficazmente pues están más cerca de Dios. Por eso les rezamos.
Finalmente, digamos que todo lo dicho se aplica con mucha más razón a la Madre de Jesús, ya que ella como buena madre sabe como pedir a su Hijo que atienda nuestras necesidades; y podemos estar seguros de que Jesús, como el mejor de los hijos, no dejará de dar contento a su Madre otorgando todo lo que ella pida en favor nuestro, tal y como lo hizo en las bodas de Caná de Galilea.