LONG BEACH, NUEVA YORK—. El escenario para una tarde de domingo perfecta parece haber sido creado por los mismos ángeles: el sonido de las olas del océano Atlántico rompiendo en la orilla, la luz del sol bañando radiante las familias tumbadas en la playa, las nubes de arena que levantas entre los pies con cada paso. Son los símbolos del verano y los rastros de un Creador que hizo el mar y todo lo que nos rodea.
El Antiguo Testamento nos enseña que el Señor creo el cielo y la tierra en seis días y descansó el séptimo. ¿Sería válido preguntar si Dios descansó el domingo… en la playa?
Beach Mass Gospel and Homily 8-5-18
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Posted by St. Mary of the Isle on Tuesday, August 7, 2018
Los bañistas que caminan por el paseo marítimo de Long Beach un domingo de julio o agosto se sorprenderán al ver a cientos de personas alrededor de una cruz de madera y un pequeño altar. ¿Qué es eso?, se preguntarán. ¿Una iglesia? ¿Una celebración? Ambas cosas. Gracias a que una parroquia de la diócesis de Rockville Centre decidió comenzar una tradición veraniega y celebrar la eucaristía en la playa.
Durante nueve domingos consecutivos, desde principios de julio hasta finales de agosto, los feligreses, invitados y cualquier persona en la playa que necesite cumplir con su obligación dominical, pueden optar por cambiar los bancos de madera por las sillas reclinables y celebrar la Santa Liturgia frente al escenario sonoro y visual de la creación de Dios.
]Santa María de la Isla, en Long Beach, Nueva York, fue una de las muchas parroquias dañadas por el huracán Sandy, la tormenta mortal que afectó a 24 estados, incluida toda la costa Este desde Florida hasta Maine. El padre Brian Barr, relató en el boletín parroquial del verano algunas memorias de la supertormenta de 2012. Ahí recordaba cómo los vecinos acudían a la sala parroquial para ofrecer ayuda a los necesitados. En cuestión de días, la sala estaba repleta de comida, agua, mantas, baterías y otros artículos de primera necesidad. También se convirtió en la casa de oración temporal, porque la nave principal estaba dañada. A pesar de las pérdidas, el padre Barr recordó lo especiales que fueron esos días y cómo se sintió inspirado por la generosidad y la caridad de la gente.
Han pasado seis años, pero ese mismo espíritu se respira en la comunidad. Los ujieres voluntarios recogen donaciones a medida que pasan por los pasillos improvisados entre chanclas y coloridas mantas de playa. Algunos se arrodillan en la arena durante la misa, otros inclinan la cabeza con reverencia desde la comodidad sus sillas de playa portátiles. Los fieles se reúnen bajo el más despejado de los cielos, mientras el sacerdote consagra el pan y el vino. Los ministros de la Eucaristía van hasta el paseo de madera para ofrecer la Comunión a las multitudes congregadas al borde de la arena. Aunque la playa estaba lejos de estar vacía, la mayor parte del tiempo durante la misa el silencio no se vio alterado por los sonidos del verano —si descontamos el salvavidas en su vehículo patrullero, lo que único que se escuchaba era la liturgia, la homilía y la música de alabanza amplificada desde una bocina junto al improvisado “coro”, compuesto por el tecladista y un cantante.
American flag, Vatican flag.
Mass on the beach 🙏🏼🙏🏼🙏🏼#Summer18 pic.twitter.com/PS7vYRBLuh— Missy Enaje (@melissamissye) July 8, 2018
Asistir a Misa con cientos de personas en la playa es, sin embargo, algo especial. Puedes experimentar el misterio de la fe mientras disfrutas del misterio de la creación de Dios. Sentir el amor infinito de Cristo al mismo tiempo que admiras las bandadas de pájaros volando al suave ritmo del viento. Preguntarte cómo Dios hizo para que las olas se detengan justo al besar la arena, lo suficientemente delicadas como para que un bebé las disfrute. Y lo más importante, escuchar la Palabra de Dios, decir “Amén” y llevarte un pedazo de cielo de regreso a casa contigo.
Nota: Las Misas en la playa son todos los domingos del verano a las 6:30 pm en Long Beach Blvd y Monroe Blvd. Más información en stmaryoftheisle.com