NUEVA YORK—. La campiña salvadoreña, una mezquita canadiense, un taller de carpintería en la pequeña isla italiana de Lampedusa y una casa familiar en Minnesota sirven de escenario al último documental de la Fundación de Medios Católicos Salt+Light, Francis Impact (El impacto de Francisco).
A diferencia de la mayoría de los documentales papales o de temática vaticana, hay pocas imágenes de Roma. Este, en cambio, estrenado el 5 de mayo, y que se continuará retransmitiendo hasta el 18 de mayo, dirige la atención del espectador hacia esas regiones del mundo a menudo olvidadas, siguiendo la mirada de su protagonista.
El Papa Francisco “es una persona que trasciende su posición oficial”, dice el fundador de una mezquita en Quebec, en la que murieron 6 fieles y otros 20 resultaron heridos en un atentado antiinmigrante en enero de 2017.
“Para mí, el Papa es un gran hombre”, dice entre lágrimas el líder musulmán, quien tras la masacre forjó un estrecho vínculo con el cardenal Gérald Cyprien Lacroix, cuando este se acercó para transmitirle las condolencias personales del Papa.
Mons. Lacroix, Arzobispo de Quebec y Primado de Canadá, dice que su amistad con la comunidad islámica de Quebec es solo un ejemplo de lo que Francisco quiere decir cuando habla de una “cultura de encuentro”.
“El diálogo interreligioso no ocurrirá en las altas esferas si no sucede primero entre las personas comunes y corrientes”, dice.
En su último documental, el escritor y productor Sebastian Gomes se enfoca en las formas a menudo subrepticias en que el pontífice romano ha logrado transformar las vidas de católicos y no católicos por igual.
“Esta no es una película sobre Francisco cambiando la Iglesia”, dice Gomes. “Es una película sobre la Iglesia cambiando el mundo”.
En El Salvador, la película analiza cómo los católicos tomaron las calles junto a los activistas ambientales para exigir que el gobierno prohibiera la minería de oro y otros metales, que estaba destruyendo el suministro de agua del país. La acción fue inspirada en gran medida por la encíclica ‘Laudato Si’ del Papa 2015, en la que hace un llamado a la acción global para proteger la creación.
En la isla de Lampedusa, un ateo confeso describe cómo el foco de atención de los migrantes del Papa ha despertado la conciencia de los isleños sobre la realidad de que el mundo a menudo se divide entre “personas de primera clase y personas de segunda clase”, y que el Papa está exigiendo el fin de tales discriminaciones.
El biógrafo papal Austen Ivereigh, quien es entrevistado en la película, describe el énfasis del papa Francisco en los emigrantes y refugiados como el “futuro de un cristianismo renacido o revitalizado”, específicamente debido a la esperanza que ellos representan.
En Minnesota, el documental narra la experiencia de una pareja católica que busca casarse cuyos planes fueron frustrados inicialmente por un complicado proceso de anulación y cómo llegaron a beneficiarse del proceso de reforma iniciado por Francisco, que finalmente les permitió casarse en la Iglesia.
El cardenal Kevin Farrell, hombre clave del Papa para asuntos matrimoniales y familiares, describe los esfuerzos de reforma como un intento de alejarse de las “reglas y regulaciones”, y en su lugar guiarse por el “amor y la misericordia de Jesucristo”.
Después de romper el odómetro con entrevistas a través de todo el continente americano y el Mediterráneo, el equipo de filmación finalmente aterriza en Roma, donde el propio Gomes invita al Papa a ofrecer un resumen de su ministerio y misión.
El papa Francisco recuerda que cuando Jesús reunió a sus apóstoles antes de ascender al cielo, lo hizo en Jerusalén, el centro del mundo entonces. Pero esa reunión en el centro, dice Francisco, fue solo por un corto período de tiempo antes de emprender la misión que les dejó de salir al mundo entero y predicar el Evangelio.
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“El Espíritu Santo siempre tiene ese doble movimiento”, dice Francisco. “Envía y unifica”.
“Es por eso que la Iglesia siempre sale fuera de sí misma”, continúa. “Va a las periferias, que es donde se debe sembrar el Reino de Dios”.
Las periferias, insiste Francisco, son físicas, intelectuales e ideológicas, y es allí a donde febe dirigirse la misión de la Iglesia de hoy.
“Ir a las periferias significa tocar la realidad”, concluye. “Hermanos y hermanas, vayamos a la periferia”.