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Francisco: ¿Héroe o hereje para el catolicismo?

NUEVA YORK – Mientras los críticos de “Amoris Laetitia”,  la exhortación apostólica postsinodal del Papa Francisco, se reunieron en Roma este fin de semana tratando de ampliar su coalición para incluir otros temas como el rumorado acuerdo del Vaticano con China, Ross Douthat, uno de los mayores críticos del Papa en Estados Unidos, dice que aunque entiende el motivo, existe un peligro real al combinar los temas en cuestión.

Aunque el cardenal retirado Joseph Zen de Hong Kong no pudo asistir a una cumbre de críticos de Amoris el sábado, envió saludos en video.

Douthat dice que ve similitud entre ambas situaciones.

“Uno entiende en ambos casos que la Iglesia puede hacer una especie de tregua que facilite la práctica del católico bajo ciertas circunstancias —el comunismo en un caso y el capitalismo moderno en el otro—, y que esto será beneficioso para el catolicismo a largo plazo”, dice.

“Y en ambos casos existe un grupo de creyentes conservadores, hablando en términos generales, que son muy apasionados en su práctica, y que el Vaticano ve como un obstáculo para implementar cambios”, explica Douthat.

Sin embargo, quiere alertar sobre los riesgos de forzar la comparación.

“Cuando dentro de 500 años analicemos este pontificado, el acuerdo con China y la exhortación Amoris probablemente se perfilarán como dos de los asuntos más importantes, pero también provocarán discusiones muy diferentes entre sí por parte de los teólogos del año 2575, para quienes estamos escribiendo hoy”, dice Douthat.

“Como observador, entiendo la relación, pero no quisiera que se llevara demasiado lejos”, añade.

Desde el Sínodo sobre la familia de 2014 y 2015, que motivó la exhortación apostólica de Francisco “Amoris Laetitia”, abriendo la posibilidad de que algunas personas divorciadas y vueltas a casarse puedan recibir la Comunión después de un proceso de discernimiento, Douthat, columnista del New York Times, ha insistentemente alertado que tal movimiento podría conducir finalmente a un cisma dentro de la Iglesia Católica.

Douthat ha repetido estas preocupaciones no solo en sus columnas habituales del New York Times, sino también en un libro publicado el mes pasado, To Change the Church: Pope Francis and the future of Catholicism, en el que afirma que Francisco terminará siendo un héroe para el catolicismo o un hereje.

Portada del libro “To Change the Church”, de Ross Douthat.

Esas son predicciones tan atrevidas que algunos de los reseñistas del libro, incluso aquellos que simpatizan con sus argumentos, lo han instado a proceder con calma y precaución, pero en una entrevista con Crux, Douthat sostiene que está “razonablemente tranquilo” y el tono de su libro busca analizar sin “apasionamiento”. Es sinceramente autocrítico hasta el punto de admitir que, finalmente, podría estar equivocado sobre todo esto.

Pero por ahora, se siente obligado a dejar en claro lo que cree que está en juego.

El punto de partida para el libro de Douthat es el Concilio Vaticano II, donde él cree, 50 años después, que las narrativas rivales sobre la naturaleza conciliar crearon las condiciones para que se desarrollaran las controversias actuales.

Aunque el consejo reexaminó la relación de la Iglesia con la modernidad, considerando en particular las cuestiones sobre el ecumenismo y libertad religiosa, lo más importante según Douthat fue la revolución sexual y cómo la Iglesia se adaptaría a ella.

El resultado para Douthat ha sido un ambiente donde las enseñanzas oficiales de la Iglesia han permanecido inalterables y han sido respaldadas por los papas posteriores al Vaticano II, pero que que describe como “una tregua incómoda” donde la ambigüedad ha sido explotada bajo el papado de Francisco.

A pesar de que Douthat, un conservador político, culpa la manera en que las fuerzas progresistas dentro de la Iglesia han forzado los límites de ciertas cuestiones, también señala los errores de los conservadores, que “deseaban creer que Juan Pablo II sería el definitivo intérprete del Concilio, y que todas las demás corrientes de pensamiento desaparecerían”.

Y hasta cierto punto, Douthat cree que Francisco tiene razón y ha sido beneficioso su llamado a una Iglesia que esté dispuesta a tener un debate real sobre cuestiones sustanciales que, en su opinión, fueron enmascaradas bajo los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Sin embargo, la apertura para el debate, dice —y la dirección en que Francisco ha permitido que este progrese, o según el punto de vista de Douthat, quería que fuera—, ha creado confusión sobre asuntos fundamentales de la fe y la moral. Según Douthat, eso es cierto no solo en el tema de la Comunión para los divorciados y casados, sino que también señala la reciente controversia sobre una “entrevista” que Francisco tuvo con el periodista italiano Eugenio Scalfari donde, según el relato de Scalfari, el Papa le dijo que el infierno no existe.

A pesar de que Scalfari ha admitido que reelabora las palabras del pontífice según las recuerda, esto para Douthat significa que Francisco está dispuesto a hacer lo mismo con los asuntos del magisterio de la Iglesia.

“Un Papa que ofrece enseñanza pública efectiva mediante el método de conceder entrevistas a un periodista anciano que no toma notas y que luego lo cita en declaraciones que parecen contradecir la doctrina católica de una manera mucho más radical que cualquiera de las afirmaciones que encontramos en Amoris, y que luego el El Vaticano niega parcialmente, pero no repudia por completo, está aplicando un método de enseñanza deliberadamente abierto y efectivamente confuso. Lo que sostienen los críticos de Francisco es que necesitamos entender qué lo motiva, porque se trata de un hombre inteligente, un buen estratega , y no está cayendo accidentalmente en esto solo porque le tenga cariño a Scalfari “, explica Douthat a Crux.

Es por eso que Douthat cree, a diferencia de sus críticos, que el Papa no está causando confusión alguna entre los católicos comunes, sino intentando dar claridad.

Aun así, Douthat debe lidiar con el hecho de que el católico de misa promedio apenas ha oído hablar de Amoris, es en su mayoría inconsciente de las controversias que ha despertado la exhortación apostólica, y cinco años después de iniciado su papado, Francisco cuenta con un apoyo público envidiablemente alto tanto entre católicos como no Católicos.

Considerando ese punto, Douthat admite sin discusión que si existiera una crisis en el catolicismo, se trata de una “crisis de la elite”.

Sin embargo, visto a corto plazo, quienes han tomado partido dentro de esta “crisis de la elite” se polarizan cada vez más; y Douthat piensa que Francisco “está alentando a los grupos más liberales del catolicismo, mientras que, al sabotear, quizás  involuntariamente, el legado de Juan Pablo II, los católicos más conservadores reaccionan reforzando su tradicionalismo”.

Mientras tanto, él intenta levantar una bandera roja, para involucrar activamente a sus críticos en el debate de una manera más constructiva que divisiva.

Es por esa razón que ha participado en una serie de debates públicos o discusiones con algunos de sus críticos más feroces, en particular el profesor Massimo Faggioli de la Universidad de Villanova y el biógrafo papal y colaborador de Crux, Austen Ivereigh.

Douthat reveló a Crux que si va a haber una reducción en la polarización que continúa enconándose dentro de la Iglesia, va a ser necesario salir de Twitter y entrar a discutir en una sala con los oponentes. Es por eso que dice sentirse feliz de enfrentarse con Michael Sean Winters, del National Catholic Reporter, quien ha ofrecido una de las reseñas más ponzoñosas de su libro hasta la fecha.

“Cuando debates en persona con alguien, te das cuenta de que hay cierto tipo de argumento que no pasa de ser una estupidez”, admite Douthat. “Se trata de esa tendencia a insultar gratuitamente a otros que parece tener sentido en Internet, y luego cuando estás junto a esa persona, se produce lo que Francisco llama una ‘cultura del encuentro’, ¿verdad?”

Y en este punto, está dispuesto a ofrecer una concesión: “El Papa tiene razón sobre esto”.

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Este artículo fue originalmente publicado en The Crux.