“Curar a un loco no es discutir con un filósofo, es arrojar un demonio. Y por apaciblemente
que trabajen en el asunto los doctores y los filósofos, su actitud es profundamente
incomprensiva. Su actitud es ésta: que el hombre debe dejar de pensar, si quiere seguir
viviendo. Tal tratamiento, es una amputación intelectual”. (Chesterton, Ortodoxia, 13)
El fenómeno de masas que quizás más caracterice la modernidad y de forma particular la ya común “nueva normalidad” de la que los medios tanto hablan, es la rara capacidad de negar lo evidente, de negar la realidad, con la pretensión de que va en ello un rasgo de humanidad. Quiero decir aquella peculiar y loca característica moderna por la que la masa de los hombres puede y de hecho llaman “negro” lo que evidentemente y en realidad es “blanco”.
Miguel de Cervantes nos cuenta el caso de un hidalgo que de tanto leer historias se le secó el cerebro y vino a caer en esta característica moderna: al encontrarse con una posada o “venta” como el la llamaba, afirmaba ser un gran castillo, los molinos de viento el los daba como gigantes a quienes combatir, a dos frailes benedictinos los encontraba como dos “sabios encantadores” endemoniados y así una serie sin limites de locuras, que llenan el gran “Don Quijote de la Mancha”. La diferencia con nuestro caso es que para Cervantes y para toda persona que tenga sentido común, negar la realidad es un rasgo de locura que no de otra cosa, y Don Quijote era loco, un loco bueno dirán muchos, pero loco al fin.
Hoy, por desgracia, ya no es así. Existe instalándose en nuestra sociedad una suerte de delirio colectivo en la que “lo que es” en realidad ya no cuenta para el juicio racional, sino que este se fundamenta a si mismo constituyéndose en regla y medida de todo. Las cosas ya no son lo que son, sino solo lo que yo quiero o “(auto) percibo” que son y esto elevando como mandamiento por el Estado: los molinos de viento han de ser considerandos y tratados por todos como gigantes sub-pena de ser reo de la justicia. Es una especie de dictadura contra la realidad, es la dictadura de los “lunáticos”.
Esta falta de cordura colectiva o mejor dicho falta de razón se debe precisamente a la negación de los primeros principios del conocimiento que están dados por la realidad y en ultima instancia esta radicada en la filosofía moderna que desde Descartes hasta acá ha generado este tipo especial de “lunáticos” que parecen no tener contacto con la realidad. Chesterton finamente apuntaba que “[el]… elemento actual de la insania, que es, en resumen, la razón usada sin base; la razón en el vacío. El hombre que comienza a pensar sin la base de un primer principio adecuado, enloquece; es el hombre que empieza por el mal lado”.
El lunático se caracteriza, según nos dice el Diccionario de la Real Academia Española, por padecer locura o privación del uso de la razón por intervalos de tiempo es decir no de forma permanente. La palabra hace referencia a la luna según la creencia que la luna llena afectaba más esta falta de razón.
Chesterton hacia notar con precisión que “para el insano su locura es perfectamente prosaica porque es perfectamente cierta. El hombre que se cree pollo, siente en sí, toda la insignificancia del pollo. Solamente porque vemos lo grotesco de su idea, podemos encontrarla hasta divertida; y solamente porque él no ve lo grotesco de su idea, lo han llevado a “Hanwell (manicomio)“. Abreviando, las rarezas sólo sorprenden a la gente normal. Las rarezas no sorprenden a la gente rara”.
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El problema es que lo que Chesterton llama de gente normal es cada vez más raro y lo que es raro se hace más “normal”. Quiero decir, que los hombres que mantienen su capacidad de raciocinio y no han llegado al punto de negar la realidad son cada vez más raros, y los “lunáticos” cada vez más numerosos, al punto tal que no solo pueden elegir un presidente (que sin duda será como ellos) sino que hasta se constituyen en un sistema dictatorial: o se afirma lo que ellos dicen o pasas a ser un recluido.
Es precisamente esto lo que estamos sufriendo en nuestra sociedad donde cada vez más se obliga a las gentes a ir contra los dictámenes de la realidad, a negar lo evidente, como decíamos al inicio llamando blanco lo que en realidad es negro, promoviendo todo tipo de leyes (it is the law!) en respeto de una “autopercepción”, sin importar lo que ella fuere, aunque la realidad de gritos diciendo lo contrario: los molinos de viento, son molinos de viento y no gigantes.
Ejemplo de estas fantasías lunáticas sobran y la verdad que por miedo a la represión no quisiera entrar en el campo de los tristemente celebres ejemplos concretos, baste decirles que no dudo que en breve veremos leyes que obliguen a todos a tratarme como Extraterrestre si yo me afirmo como tal, aunque claramente y en realidad no sea otra cosa que un terrícola común y corriente que se auto-percibe como ET.
Lo peor es que la dictadura de los lunáticos, están por todas partes, también por dentro de la sociedad sobrenatural o Iglesia, ultimo lugar de refugio para el sano juicio de los hombres, y hoy allí están también forzando que los pocos hombres que han mantenido su sentido común intacto se dobleguen a la negación de la realidad y del orden moral sustentado por esta: lo sucedido recientemente en Alemania, es un claro ejemplo, donde hombres de “Iglesia”, ha procedido a una “bendición” de “matrimonios” homosexuales.
Lo peor de todo es que, al ser una dictadura, en breve veremos a los “lunáticos” alemanes, forzando al resto del sano clero del mundo a aceptar y proclamar con ellos que los molinos de viento son gigantes y las uniones homosexuales matrimonios católicos.
No nos queda más que pedir al cielo incesantemente que mantenga sano nuestro juicio y nos proteja de la dictadura moderna de los lunáticos, en la sociedad civil y ahora también, por desgracia, en su Iglesia.