“Queremos que nuestros hijos sean instruidos en los principios de la sagrada religión”
CENTRO DE BROOKLYN — Para un hermoso edificio con una historia tan gloriosa, el comienzo de la Basílica catedral de St. James fue bastante simple: nació de un deseo de conveniencia.
A principios del siglo XIX, un grupo de 70 inmigrantes, en su mayoría irlandeses, de la Aldea de Brooklyn, se cansaron de llevar a sus familias en un largo viaje en ferry a Manhattan cada semana para asistir a la misa dominical en la iglesia de St. Peter en Barclay Street.
El viaje era necesario porque no habían iglesias católicas en Brooklyn, que en aquel momento era su propia ciudad. Así que el grupo solicitó permiso a la Arquidiócesis de Nueva York para construir una iglesia en su lado del río.
Su líder, un laico llamado Peter Turner, hizo circular una carta en la que describía su razonamiento. “En primer lugar”, escribió, “queremos que nuestros hijos sean instruidos en los principios de la sagrada religión. Queremos más comodidad para facilidad para escuchar la Palabra de Dios nosotros mismos”.
Se concedió el permiso y St. James se construyó en lo que ahora es Jay Street y Cathedral Place en el centro de Brooklyn.
Tiene la distinción de ser la primera iglesia católica en Long Island y la tercera que se construyó en lo que ahora es la ciudad de Nueva York. Las únicas iglesias anteriores son la Iglesia de St. Peter y la antigua Catedral de St. Patrick en Mott Street.
St. James ha evolucionado a lo largo de los dos siglos de su existencia hasta convertirse en una pieza central de la vida católica en la Diócesis de Brooklyn, un lugar donde generaciones de sacerdotes han sido ordenados y donde la gente se ha congregado para orar durante eventos trascendentales como el asesinato del presidente John F. Kennedy en 1963 y el ataque terrorista del 11 de septiembre en 2001.
En 1822, los vigorosos y decididos inmigrantes que propusieron por primera vez la idea de una iglesia en Brooklyn aportaron también fondos y ayudaron con la construcción.
“Creo que es apropiado que aquí en la ‘Diócesis de Inmigrantes’, fueran un grupo de inmigrantes quienes establecieron St. James”, dijo el padre Bryan Patterson, el actual párroco, quien llegó en 2019. “Estas no eran personas de grandes recursos. . . Pero tenían una fe fuerte”.
Al mismo tiempo que se construyó la iglesia de St. James, también se estableció un cementerio en el sitio. Y al igual que la iglesia, fue el primero: el primer cementerio en Long Island.
Se estima que 7000 personas fueron enterradas allí entre 1823 y 1849 cuando el estado de Nueva York promulgó la Ley de Cementerios Rurales, una ley que marcó el comienzo de un cambio de enterrar a los difuntos en los cementerios de las iglesias a favor de los cementerios de propiedad comercial.
El cementerio es una parte integral de la historia de la catedral, según el diácono Ronald Rizzuto, quien ha servido en St. James desde 2002.
“Cuando el padre Bryan Patterson llegó aquí, resaltó a nuestros antepasados y lo importante que es para nosotros reconocer a los que vinieron antes que nosotros, especialmente a los que están enterrados aquí”, dijo el diácono Rizzuto. “Muchos de ellos eran inmigrantes irlandeses que no podían costear un viaje de regreso a Irlanda, por lo que fueron enterrados en el cementerio de St. James”.
Durante los primeros 31 años de su existencia, St. James fue solo una iglesia, no una catedral. En 1853, cuando se estableció la Diócesis de Brooklyn, la iglesia fue entonces elevada a catedral.
Sin embargo, la diócesis tenía otros planes para una catedral diferente. El Mons. John Loughlin, el primer obispo de la diócesis tenía la mira puesta en erigir una catedral en el vecindario de Fort Greene, dedicada a la Inmaculada Concepción. La construcción comenzó en 1868 pero nunca se terminó debido al aumento de los costos.
Mons. Charles McDonnell, quien sucedió al Mons. Loughlin, volvió a designar St. James como pro-catedral, o catedral temporal, en 1896. En ese momento, todavía estaba anticipando que la Catedral de la Inmaculada Concepción eventualmente se levantaría en Fort Greene.
St. James sufrió grandes daños por dos incendios, uno en 1883 y otro en 1889, y en 1903 se construyó un nuevo edificio para la iglesia, diseñado al estilo del Renacimiento georgiano. Es el edificio que la gente ve hoy.
En 1972, para conmemorar su 150 aniversario, Mons. Francis Mugavero emitió la designación de St. James como catedral, restaurando su título anterior. En 1982, el Papa Juan Pablo II designó a la Catedral de St. James como basílica menor, cambiando así su nombre oficial a Basílica catedral de St. James.
El pontífice había visitado St. James tres años antes, en 1979, durante su primer viaje a Estados Unidos como Papa y deleitó a las multitudes que se habían reunido en Jay Street para verlo.
Otro hito tuvo lugar en 1999 cuando las reliquias de Santa Teresa de Lisieux, una de las santas más queridas entre los católicos, fueron traídas a St. James para que la gente las viera y venerara.
St. James ha sido la sede de siete obispos de Brooklyn en los 169 años desde que se estableció la Diócesis de Brooklyn: Mons. John Loughlin (1853-1891); Mons. Charles McDonnell (1892-1921); Mons. Thomas Molloy (1922-1956); Mons. Brian McEntegart (1957-1968); Mons. Francisco Mugavero (1968-1990); Mons. Thomas Daily (1990-2003); y Mons. Nicholas DiMarzio (2003-2021).
Ahora es la sede del octavo obispo de Brooklyn, Mons. Robert Brennan, quien tomo posesión de la catedra episcopal el 30 de noviembre de 2021.
Aunque que su Misa de instalación se llevó a cabo en la Co-Catedral de St. Joseph en Prospect Heights, de mayores dimensiones, Mons. Brennan quiso asegurarse en ese mismo día de visitar la Basílica catedral de St. James para orar.