EL SÁBADO 21 DE ABRIL, a las ocho de la mañana, unas 150 personas se congregaron en la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores en Corona, Queens, para la misa. Era el inicio de una peculiar jornada en defensa de la vida.
Usualmente se identifica “la defensa de la vida” con la oposición al aborto, pero para el padre Raymond Roden, párroco de Nuestra Señora de los Dolores, el concepto es más amplio: se compone también de defender la vida ante la pena de muerte, la eutanasia, la guerra, la injusticia económica y el tráfico de personas. “Nuestro movimiento ¡Viva la vida! tiene que ver con los no nacidos, pero es mucho más”, dice el padre Roden.
La primera marcha anual ¡Viva la Vida! fue en abril de 2017. “La idea se me ocurrió en una reunión del equipo de pastoral parroquial”, recuerda. “Pensé que necesitábamos un movimiento, y que, sin abandonar la defensa de los no nacidos,debíamos hacer más. Así llegó la inspiración. Luego el Papa estaba hablando también de este tema”.
El padre Roden se refería a la recién publicada exhortación apostólica Gaudete et exsultate, en la que el papa Francisco dice:
La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte.
La marcha partió de la parroquia después de la misa en una especie de “viavita”, un viacrucis, en el que se iba reflexionando en cada “estación” sobre los temas del día.
En el ático de la iglesia, el padre Roden hizo una presentación y María Espinal habló del aborto. En diferentes puntos del barrio la procesión se detuvo para escuchar pláticas sobre otras expresiones de la cultura de la muerte: la guerra (Milton López), la pena de muerte (el padre Roden), la injusticia económica (el padre Álvaro Flores), la eutanasia (Milagros Fernández) y el tráfico de personas (Enrique Lugo). El padre Roden se refirió a que los pobres y las personas de las minorías étnicas reciben la mayoría de las condenas de muerte. Lo llamó una “venganza legal” y explicó que sólo Dios, que nos dio la vida, tiene derecho a quitarla.
También habló de las implicaciones de este tema para la comunidad de su parroquia. Habló de la violencia y la venganza en la cultura latinoamericana, y cómo el asesinato es a veces una pena de muerte dictada y ejecutada por cualquier persona.
De la misma manera, Enrique Lugo, al hablar del tráfico de personas, se refirió a la prostitución en zonas del barrio aledaño. Las pláticas se centraron en problemas concretos que afectan a su comunidad.
El padre Roden pidió a los fieles que hicieran suya la iniciativa. “Mañana quizás ya yo no estaré en la parroquia, así que les encargo esta marcha por la vida”.