¿Hay en la Iglesia pecadores? ¿Es la Iglesia en su ser y su obrar pecadora? Esto dice Mons. Zecca.

La íntima relación entre Iglesia, Eucaristía y vida es necesaria si pretendemos ser “una Iglesia en salida” que evangelice con eficacia.

La vocación a la salvación genera la obligación de anunciar y confesar abiertamente a Cristo.

La piedad popular jamás debe ser despreciada, pero sí armonizada con la Liturgia. Son dos expresiones vinculadas, pero no homologables.

Es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe y comprender mejor lo que le ha sido revelado.

Esta Encíclica se centra en la “dignidad humana” y aplica una “lógica de la dignidad”: todo ser humano vale porque es humano.

Debemos estar atentos para no quedarnos en la apariencia de este tiempo especial. ¿En realidad sabemos qué se celebra?

La pregunta es realista e incisiva: ¿Son, en verdad, “católicos” nuestros centros educativos católicos?

La oración es conveniente, útil y necesaria y, por ello, el Señor nos exhorta a practicarla asiduamente.

La oración que Jesús nos enseñó no solo incluye la petición de lo que se puede desear sino, también, el orden en que lo debemos desear.

Desde san Pablo VI hasta el papa Francisco todos los Pontífices han insistido en la necesidad de una Nueva Evangelización.

Los jóvenes deben sentirse corresponsables de su realidad histórica, que exige una entrega personal, para el cuidado de la “casa común”.

Todas toman a América Latina como “lugar hermenéutico” a partir del cual se interpreta la Revelación en fidelidad a la Tradición y al Magisterio.

Si se impide la confesión pública, si se niega la incidencia pública de la religión en la cultura, se torna imposible la transmisión de la fe.

Una declaración personal de amor que surge de lo más profundo del corazón del Santo Padre.